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Actualizado: 25 de julio de 2025
El más fuerte impedimento es el mal ejemplo de los cristianos viejos, gente ruda como los indios; no entiende otro lenguaje mejor que el del ejemplo, y de la vida de los fieles infiere las calidades de nuestra Santa Fé, y muchas veces les echan en la cara los Misioneros que son demasiado duros con ellos en no permitirlos el uso de muchas mujeres, cuando ven que los europeos tienen á su gusto cuantas se les antoja; y por más que se les procura responder, nunca se les dice tanto que baste á aquietarlos.
Me trajeron al convento en unas parihuelas, y fué grande el regocijo de la comunidad cuando supo que yo era latino, cristiano y súbdito de los «Reyes Fidelísimos». El convento forma allí el centro de un pequeño pueblo católico, apiñado en torno de la maciza residencia como un caserío de siervos, al pie de un castillo feudal. Existe desde los primeros misioneros que recorrieron toda la Mandchuria.
Con los sucesos pasados se entibia algo la santa fe: muere el P. Antonio Fideli y se habla largamente de los trabajos de los Misioneros.
Conocí entonces, como Vd. supondrá, lo que verdaderamente valían las órdenes religiosas en México; comprendí, con dolor, que habían acabado ya los bellos tiempos en que el convento era el plantel de heroicos misioneros que a riesgo de su vida se lanzaban a regiones remotas a llevar con la palabra cristiana la luz de la civilización, y en que el fraile era ... el apóstol laborioso que iba a la misión lejana a ceñirse la corona de las victorias evangélicas, reduciendo al cristianismo a los pueblos salvajes, o la del martirio, en cumplimiento de los preceptos de Jesús.
Agradaron al cielo estas ofertas como lo dieron á entender los efectos; porque teniéndole los Superiores como hábil para grandes empresas en el servicio de Dios, ciertos de lo sólido de sus virtudes le concedieron licencia, y poco después, en compañía de otros setenta Misioneros, se dió en Cádiz á la vela, y después de una trabajosa navegación en que murieron ocho de los nuestros, arribó á Buenos Aires, primer puerto de esta provincia, y de allí pasó á Córdoba de Tucumán, donde con crédito de ingenioso concluyó sus estudios.
A pesar de estas trabas, aceptó el P. Quiroga este encargo, y despues de haber determinado con una prolija exactitud la posicion geográfica de los treinta pueblos de Misiones, y la de las ciudades de la Asumpcion, Corrientes, Santa Fé, Colonia, Montevideo y Buenos Aires, redactó su mapa con los datos que le suministraron las relaciones editas é ineditas de los misioneros, cuando no le fué posible adquirirlos personalmente.
Después de esto, cuanto hayan trabajado nuestros Misioneros en criar y mantener estas tiernas plantas, no se puede explicar mejor que refiriendo sinceramente, sin añadir nada de mío, algún hecho particular y parte de carta verídica, como lo haré, donde quiera que halle coyuntura, trasladando fielmente los originales con que esta historia quedará más fidedigna y el gusto de los lectores más satisfecho.
Escogido, pues, el lugar para la nueva fundación, ordenó el P. Superior no se emprendiese la fábrica, sin haber hecho primero la sementera y tener con qué vivir: mas el pueblo no quiso esperar tanto, por ver siempre á sus ojos la muerte en aquel clima inficcionado mucho tiempo antes de la peste; por lo cual se vieron los Padres precisados á seguir los indios, y el P. Superior, pasando á San Joseph, halló solos á los Misioneros, que con su ajuar estaban ya de partida para seguir á los neófitos.
Ya es tiempo de dar alguna noticia de estos dos celosísimos Misioneros para ilustrar esta historia con la relación de su vida y virtudes, bien que será con toda concisión. Nació el P. Joseph de Arce á nueve de Noviembre del año de 1651, en la isla de la Palma, una de las Canarias.
Bartolomé de las Casas no fué el único defensor de los indios; fué acaso el más vehemente y atrabiliario; pero antes y después de él hubo multitud de santos misioneros y de almas piadosas que defendieron y protegieron á los indios, y desde luego los consideraron iguales á ellos, y á veces superiores, cuando por su nacimiento, por la autoridad de que gozaban ó por el respeto que les tenían los de su casta, eran superiores en su tierra.
Palabra del Dia
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