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Actualizado: 2 de junio de 2025
Cansados los mineros de California de que los arroyos les vayan trayendo la arena con partículas de oro, se les ha ocurrido atacar la misma montaña. En muchos sitios destrozan el duro peñón para sacarle el metal, pero el trabajo es difícil y costoso. La tarea es más fácil cuando han de habérselas con terrenos de transporte, como arena movible y guijarros.
Los labriegos convertidos en mineros eran el contrapeso inerte, incapaz de voluntad, que imposibilitaba la ascensión de los que vivían en el país. La cantera era el peor enemigo del obrero rebelde. En las minas de galerías subterráneas, con sus peligros que exigen cierta maestría, el personal no era fácil de sustituir; necesitaba cierto aprendizaje.
Dios sabe lo que entonces sucedería. Porque era un traidor aquel hombre, ¡un diablo del infierno! Pero una tarde, como viniese emparejada con su novio de la Pola, á donde había ido á comprar algunos enseres de cocina, se cruzaron con algunos mineros que, lejos de saludarles al uso tradicional de la tierra, los miraron con burlona curiosidad.
¡Pobrecillos! exclamaron varias . ¿Son todos mineros?
Mineros hay que no tienen temor en llevar sus trabajos de zapa hasta debajo del mar, desde donde no cesan de oir al terrible océano arrastrar constantemente los guijarros de granito por encima de la bóveda que los protege; durante los días de tempestad, sólo á algunos metros de donde ellos trabajan van á estrellarse los navíos contra las rocas. #El barranco#
Aresti vió al enfermo en el fondo del camastro, junto á la pared, respirando jadeante. Estaba acostumbrado á visitar los tabucos de los mineros: nada le extrañaba, y con agilidad de muchacho saltó encima del tablado, marchando de rodillas sobre los jergones.
Iba á comenzar la parte más interesante de la fiesta. Los mineros bilbaínos, rojos y sudorosos en su digestión de ogros, fumando como chimeneas y eructando el champagne, ocuparon los mejores sitios desafiando á todos con sus retos. ¡A ver! ¿quién quería apostar? No había que tener miedo por cantidad más ó menos: había cartera de sobra para todos.
Aresti salió de su ensimismamiento al ver que entraba en la calle única de Labarga, dos filas de míseras casuchas puestas sobre los peñascos que bordeaban el camino. Los edificios de Gallarta parecían palacios, comparados con las chozas de este barrio de mineros. Eran barracas, conocidas en el país con el nombre de chabolas, con tabiques de madera delgada y techumbre de planchas corroídas.
Y entonces empezaba la lucha. Ella se defendía en silencio. Aunque él gritase, Fermín no acudía; pensaba que era una riña entre mineros. Además, le temían unos por fuerte, otros por hijo, y procuraban vencer sin que él se enterase. Pero nunca vencían. A lo sumo un abrazo furtivo, un beso como un rasguño. Nada. Paula despreciaba aquella baba.
Su cuerpo era una mancha indecisa y borrosa por el continuo movimiento; sus acompañantes no podían seguirle. Detúvose un instante y cambió de sitio, continuando su trabajo. Los mineros adivinaron que pasaba á la segunda perforación, dando por terminado el primer agujero. ¡Y su contrincante aún estaba en el mismo sitio!...
Palabra del Dia
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