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No, señorita, me contestó, estoy segura de mi cuenta y es usted una mala jugadora. Y usted una mentirosa, le respondí. Está bien, la desprecio demasiado para contestarle, me dijo. La hermana Sainte Félix, llegó afortunadamente en ese momento, pues yo creo que iba á pegarle... He ahí lo que ha pasado. Ya ves, es imposible arreglarnos después de esto. ¡Imposible! eso sería una cobardía.

Ni la conocía ni vio nunca su retrato; pero de tanto pensar en ella había llegado a formarse una imagen que, ante la realidad, resultó completamente mentirosa.

La dueña Rodríguez clamaba llorosa: Yo no soy fantasma, ni visión, ni alma del purgatorio, sino doña Rodríguez, la dueña de honor de mi señora la duquesa, y vengo a inculparos de vuestra sátira contra todas las dueñas, encarnadas en vuestra falsa y mentirosa Dueña Dolorida!...

De ese modo, cobarde mentirosa, queréis hacer pesar sobre solo la falta; pero os habéis engañado. La cárcel... Callaos, callaos, ¡imprudente! exclamó la condesa . Podrían oíros. ¿Qué pesadilla os ha revuelto de ese modo la cabeza?

misma no te das cuenta de ello; no sabes explicártelo, pero tu ser corresponde al mío como los cuerpos químicos de que te hablaba. Yo te amo también, como en otros tiempos amé a la pobre Lucy. El amor único y eterno es mentirosa invención de los poetas, de la que se burlan con frecuencia los hechos. Puede amarse a varias personas con igual entusiasmo. Lo indispensable es que exista la afinidad.

El mismo don Mariano, presumiendo toda la culpa de su indiscreción, dejó de ir unos días a la casa de Itualde... Cuando fue, después de enviar cómo heraldo un gran canasto de la más hermosa fruta de su estancia, encontró a sus amigos como de costumbre... Sólo Coca le hizo sus recriminaciones. ¿De quién sino de él podía haber partido la mentirosa noticia?

La Parte trigésima de comedias famosas de varios autores, Zaragoza, 1636, contiene las siguientes: Lo que son juicios del cielo, La doncella de labor, ambas de Montalbán; La dama duende, La vida es sueño, de Calderón; Ofender con las finezas, de Jerónimo de Villayzán; La mentirosa verdad, de Juan de Villegas; El marido hace mujer, de Antonio de Mendoza; Casarse por vengarse, de F. de Rojas; El privilegio de las mujeres, de Montalbán; Pérsiles y Segismunda, de Rojas; El guante de Doña Blanca, de Lope; El catalán Serrallonga, de Coello, Rojas y Luis Vélez de Guevara.