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Actualizado: 27 de junio de 2025


No quiero decir eso, y bien lo sabes... Quiero decir que para enamorar a los hombres no es conveniente ser buena y franca. Hay que ser coqueta y mentirosa. Según con qué hombres... ¡Con todos! ¡Todos son iguales! Pues no te aconsejo que ensayes el sistema... ¿Con ese Mariano Vázquez?... Con ése. ¿Y por qué no con ése?... Por lo que yo me ...

8 Los hombres burladores enlazan la ciudad; mas los sabios apartan la ira. 9 Si el hombre sabio contendiere con el loco, que se enoje o que se ría, no tendrá reposo. 10 Los hombres sanguinarios aborrecen al perfecto; mas los rectos buscan su alma. 12 Del señor que escucha la palabra mentirosa, todos sus ministros son impíos.

le prestaste crédito, aliento y esperanza y confianza en los hombres y en su fortuna; pero esta mujer de que te hablo, en su exaltación de amor hacia , porque fue mi enamorada, no se limitó a darme crédito, aliento y esperanza, sino que hizo patente a mi alma la por ella soñada grandeza que mi alma tenía, me infundió la fe que en puso, convirtió mi ambición en deber de gratitud hacia ella, y me obligó a ser grande para que ella no fuese, ni motejada de ligera, ni tenida por mentirosa.

12 Danos socorro en la angustia; porque mentirosa es la salud del hombre. 1 Al Vencedor: de David: Salmo. Oh Dios de mi alabanza, no calles; 2 porque boca de impío y boca de engañador se han abierto sobre ; han hablado de con lengua mentirosa, 3 y con palabras de odio me rodearon; y pelearon contra sin causa. 4 En pago de mi amor me han sido adversarios; mas yo oraba.

Entonces no había periódicos, y las ideas políticas, así como las noticias, circulaban de viva voz, desfigurándose entonces más que ahora, porque siempre fue la palabra más mentirosa que la imprenta.

El virrey, los conquistadores, el obispo de Chuquisaca, el oidor de Charcas, los patricios de la Independencia, el grande de España, todos los Nuezvanas, Ponces y Ebros que honran con sus virtudes las páginas de la historia, cobrarían vida en sus cuadros para mirarme airadamente y decirme: «¡Sal de aquí, falsaria, mentirosa, hipócrita, codiciosa!». Y tendrían razón.

Y este espanto del familiar no era por que le pareciese mentirosa doña Guiomar, que él la hubiera creído aunque ella le hubiera dicho que no había venido al mundo por medio de mujer, sino caída de una estrella; pero espantábale el ver que su castidad iba más y más desmoronándose y deshaciéndose, y que el diablillo del amor con más y más fuerza le abrasaba el alma.

Las galas al uso, la continua genuflexión, el ambiente de los estrados y todo el artificioso juego de sentimientos alambicados o fingidos, todo aquel estoraque, todo aquel histriónico afeite de la vida cortesana, agravado por los exquisitos refinamientos «que», según don Íñigo, «la prudente malicia de los extranjeros brindaba a los españoles para afeminalles el valor», habían concluido por cubrir con mentirosa envoltura la austera fibra castellana de don Alonso.

, ya lo , los ricos tienen siempre razón... Cuando abren la boca se les cree por su sola palabra; pero cuando una pobretona como yo quiere decir la verdad, se le cierra el pico diciendo que es una mentirosa... La miseria es la miseria, no hay remedio... Francisco sacó de su bolsillo una moneda de oro y la dejó caer precipitadamente en la mano de la Fleurota.

No era reina de comedia, sino reina verdadera. Se miraba y se volvía a mirar sin hartarse nunca, y giraba el cuerpo para ver como se le enroscaba la cola. Pero qué, ¿iba a entrar realmente en el salón de baile? Su mentirosa fantasía, excitándose con enfermiza violencia, remedaba lo auténtico hasta el punto de engañarse a misma. De repente oyéronse pasos.

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