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Actualizado: 1 de junio de 2025


Y aunque al Mendieta á veces sucedian Disgustos, pesadumbres á manojos, Y á él por esta causa aborrecian Algunos, y le daban mil enojos, Muy poco aquestas cosas le empecian, Que mas amaba aquesta que á sus ojos. Y así buen rostro á todos males hace, Y en su gusto á su gusto satisface.

Comienza, pues, Mendieta de cegarse, Vencido de zelillos y locura, De malos procurando acompañarse, Hallando en ellos corte á su hechura. No osaba de los buenos confiarse, Por ser de diferente compostura: A cuatro caballeros aprisiona, Y con mil vituperios los baldona.

Yo he sentido á su vista nacer en mi corazón un insaciable deseo de venganza; y ahora, por vez primera, me explico que los soldados de Mendieta, en el combate de Yarayabo, lanzaran exclamaciones de júbilo, cada vez que una granada hacía volar en todas direcciones fragmentos de carne humana.

Al tiempo que la muerte le apretaba A Juan Ortiz, le que conocia Que el pueblo su salud no deseaba: "Yo soy malo, mas cierto que algun dia Me haga alguno bueno." Si rogaba La vieja por aquel que mal regía En Roma, si á Mendieta conociera, Mentarlo un solo punto no quisiera.

Despues que las palabras han pasado, Mendieta le llamó, mas no ha querido A su mando ir, que se recela, Que Mendieta le llama con cautela. A la iglesia se huyendo luego, Que al fin bien vale mas salto de mata, Que no de los amigos buenos ruego, Segun el comun dicho dice y trata.

Espinosa le vuelve con presteza A embarcar desde allí en la caravela; El triste de Mendieta con tristeza, En demanda de España la vela: El Piloto, que fia en su destreza, Con muy grande esperanza le consuela Diciendo, que darán en San Vicente, De á podrá volver con fuerza y gente.

Andaba la Asumpcion tan temerosa, Que padres á los hijos no hablaban, La muger del marido recelosa, Las madres de las hijas se guardaban. Justicia del Señor muy rigurosa, Las cosas de Mendieta figuraban Castigo en recompensa de pecados, De los presentes vivos y pasados.

Debe ser curioso ver á un regimiento de esos fanáticos, entregados á consultar sobre el destino de sus vidas. Cuando estábamos al pie de la loma de "La Gloria", y antes de haberse recibido el telegrama del general Monteagudo, el general Mendieta me confesó que aquella posición estaba ocupada por más de 2.000 hombres armados, sin contar los desarmados, que sumaban un crecido número.

Nosotros, testigos presenciales de tan brillante acción, lo reproducimos en la misma forma en que apareció publicado en La Prensa, de la Habana; y al hacerlo reiteramos nuestra felicitación más calurosa y sincera al bravo general Mendieta y á los brillantes oficiales y abnegados soldados que combatieron á sus órdenes aquel día.

Era ya tarde, más de las once de la noche, y yo me encontraba departiendo con un grupo de jóvenes oficiales en el cuartel de la Guardia Rural de San Luis, cuando se presentó un ordenanza, que traía un telegrama urgente para el General Pablo Mendieta.

Palabra del Dia

vorsado

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