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Actualizado: 2 de junio de 2025


Grandes fueron el interés y la admiración de Roger al contemplar desde á bordo el bosque de mástiles, los numerosos botes que cruzaban en todas direcciones y la hermosa ciudad extendida en forma de media luna á orillas del río, con sus altas torres y la multitud de edificios de arquitectura y colores variadísimos.

A las tres de la tarde llegó la partida dicha, diciendo se podia transitar. Dia 25. A las seis emprendimos la marcha á dichas sierras: á las diez y media se hizo alto en una lagunita accidental. A las dos y media continuamos lo mismo hasta las seis y media, que paramos en otra laguna como la dicha.

Primero sólo visitaba a la viuda por las tardes; después prolongó las entrevistas, saliendo de la casa a media noche; y por fin, llegó un día en que no salió.

Tus miradas desdeñosas pasaban por encima de como si yo no hubiera existido. ¿Qué edad tenías entonces? Ella vacila un instante, y responde a media voz: Catorce años y medio. ¡Ah! entonces... dice él riendo. Pero estaba muy crecida... completamente desarrollada en aquella época replica ella vivamente. No habrías comprometido tu dignidad haciéndome dar una vuelta o dos por la sala. ¡Bueno!

El secretario apareció a los pocos minutos, y sin traspasar el marco de la puerta, dijo con afectada solemnidad: Su Ilustrísima va a llegar en este momento. Obdulia cerró los ojos y se agarró con más fuerza a la butaca. Cuando los abrió tenía delante de la figura imponente del prelado. La estancia se hallaba a media luz a causa de la pantalla que cubría el quinqué.

No había más remedio que cargar con todo aquel exceso de género, lo que realmente era una contrariedad comercial en tiempos en que parecía iniciarse la generalización de los abrigos confeccionados, notándose además en la clase popular tendencias a vestirse como la clase media.

Y observando que la marea crecia con velocidad, y que estabamos en media marea, sale á la barra á hacer las señas prevenidas para entrar el bergantin que llevó el bote por su proa, y dió fondo dentro del espresado rio en tres brazas de agua, y soltando la gente en tierra hallamos perdices, liebres y muchos lobos de aceite, con que se divertió la gente en matar algunos, aumentando la alegria de haber entrado.

Mientras estaba parado en la plataforma de la estación de Pisa, el viejo harapiento, que hacía más de media hora que se había puesto pensativo, exclamó de pronto: Se me ha ocurrido una idea extraña, señor.

No habían andado mucho cuando tropezaron con el gran poeta don Luis de Rojas, el amigo cariñoso y el maestro venerado de Tristán. Era un viejecito pulcro, de facciones correctas y ojos vivos que gastaba perilla y bigote enteramente blancos ya y el cabello cortado en media melena como tributo pagado a su gloriosa juventud romántica.

Asomóse entonces por la portezuela un sombrero de tres picos con plumas blancas erizadas, y luego un zapato de charol con hebilla de oro, y una pantorrilla bien rellena, calzada con media de seda blanca.

Palabra del Dia

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