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Actualizado: 20 de julio de 2025
Una cadena algo negruzca, con llaves de reloj y medallas, se tendía de la botonadura de la sotana a un bolsillo del pecho. Dos dedos enrojecidos por el tabaco sostenían un cigarrillo. La cabeza, de pelo duro e intensamente negro rayado de canas prematuras, ocultábase en parte bajo un casquete redondo de seda, igual al que usan los tenderos.
Cuando Rafael volvía a casa con el pecho cargado de medallas y los diplomas bajo el brazo, escoltado por su madre y media docena de señoras que habían asistido a la ceremonia, besaba a su padre la vellosa y nervuda mano. Aquella garra le acariciaba la cabeza e instintivamente se hundía en el bolsillo del chaleco por la costumbre de agradecer del mismo modo todas las acciones gratas.
Echada de boca junto a él, con los ojos entoldados por el ancho fleco de medallas, el mentón en la mano, las uñas sobre el labio, sinuosa y desnuda, balbuceaba las palabras de la paloma de oro con cola de perlas, y al llegar a la descripción de las delicias celestiales envolvíale en sus brazos, frescos como las fuentes del Salsabil y Alcafur, juntando frenética su rostro con el suyo.
En la mesa de petitorio, colocada frente al altar mayor a espaldas del cancel de la puerta principal, pedían limosna y vendían libros devotos, medallas y escapularios las damas de más alta alcurnia, las más guapas y las más entrometidas. La lluvia, el aburrimiento, la piedad, la costumbre, trajeron su contingente respectivo al templo que estaba todas las tardes de bote en bote.
El hábito era de un gris ratonesco, y pendiente de la cintura llevaba un enorme rosario con cuentas como nueces, gran cruz de cobre y medallas de santos. Su voz era falsamente suave; el acento y giros que empleaba, muy franceses. ¿Está Vd. dijo quien pregunta por la mamán del padre Tirso? Sí, señora; soy su hijo y vengo a buscarla.
Las amigas dirigían todas, alternativamente o a la vez, la palabra a María con cierta mezcla de admiración, de lástima, de curiosidad y cariño. Lo que más dominaba era la curiosidad. Se le hacían mil preguntas impertinentes y muchos encargos ridículos de oraciones, medallas, etcétera.
¿Qué es esto? dijeron ellas. ¿Qué medallas son éstas tan bonitas? Será bueno venderlas en la ciudad, padre, si es posible, dijo la niña. El viejo se fue a la ciudad llevando su oro. Quería venderlo, 30 pero le dijeron que eran monedas de oro y que con ellas podía comprar muchas cosas.
Esta regla puede tambien extenderse á aquellos que exâminan los hechos pasados, y para eso se valen de medallas, inscripciones, y historias; porque un hombre solo que sepa bien distinguir los monumentos antiguos y verdaderos de los que se han fingido en nuestros tiempos, y que conozca el caracter de cada historiador, para distinguir lo que es propio de cada uno, ó lo que es intruso, y sepa usar de las reglas de la Lógica, será de mayor autoridad que otros mil que ignoren todas estas cosas, ó la mayor parte de ellas.
No cuenta ménos de 51,000 volúmenes, 3,000 manuscritos y 4,000 medallas. Ademas contiene la ciudad una Biblioteca cantonal con 25,000 volúmenes, otra de la Sociedad de ciencias naturales con 10,000, el jardin botánico, una galería pública de pinturas, y excelentes colecciones ó museos especiales de mineralogía, zoología, entomología, etc.
Animada fué la semana: hubo encuentros parciales en que se cruzaron el baston y el sable y en uno de ellos se distinguió Basilio. Llevado en triunfo por los estudiantes y presentado al profesor, fué desde entonces conocido, llegando á ser su favorito. Parte por esto y parte por su aplicacion, aquel año se llevó sobresalientes con medallas inclusive. En vista de esto, Cpn.
Palabra del Dia
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