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Actualizado: 19 de junio de 2025


Con las economías que dejamos apuntadas, cuya realización demostraríamos más detalladamente, si necesario fuere, con la creación de un mercado público en que la pública licitación señalara las transacciones, y con ellas, los rendimientos de patentes que hoy apenas existen por el contrabandeo que envuelve toda mercancía que se expende no á puerta de calle, sino al sigilo del hogar y ventanas adentro; con la imposición del tributo, y sobre todo con facilitar de algún modo las comunicaciones, bien por un barco que se adquiriera en las condiciones que dejarnos dicho, ó en otras, bien porque lo diera el Estado, ó bien porque se facultara á que se hiciera en las islas Marianas, puesto que elementos materiales y periciales hay en ellas, estamos seguros que si no desaparecían en todo, lo haría en gran parte el déficit que hoy resulta para nivelar los ingresos con los gastos; siendo estos los únicos medios de que las islas se contengan un poco en el grandísimo decaimiento en que hoy están sumidas, principalmente por la casi nulidad de comunicaciones, base de todo aumento, y principio necesario para el movimiento, riqueza y desenvolvimiento de los pueblos.

«Partió el general de estas islas, que llamó de las Velas latinas ó el archipiélago de San Lázaro, que es el que conservan, aunque se les añadió el de las Marianas: navegó 300 leguas con las proas al Occidente; descubrió muchas islas abundantes en mantenimientos, entendía su lengua un indio que llevaba Magallanes, que fué un total alivio: lo primero fué el cabo de San Agustín, punta austral de la gran isla de Mindanao: costeó la provincia de Caraga; entró por el estrecho de Siargao, que le forma la punta Banajao con la isla de Leyte; reparó en la isla de Limasaua, que está en la boca: á la novedad de gente y navíos acudieron pacíficos los naturales, y sabida su necesidad la socorrieron con un buen refresco; mostráronseles muy favorables, y les dejaron papeles en gratificación de sus agasajos; con ellos adquirieron cédulas reales que honran á su principal con el magnífico título de Príncipe... Con el buen rendimiento de los de Limasaua, descansaron y se refocilaron de sus pasadas miserias: tuvo noticia aquí Magallanes del río de Butuan, cuyo Datto ó Régulo era más poderoso: resolvió ir á su boca con las esperanzas de la fama: correspondió á ellas el Príncipe: envió una embajada con diez hombres á inquirir ¿qué navíos y qué gente?

Esto me decían en Marianas; en cambio en Manila se cree todo lo contrario, no solamente respecto á la adquisición de esos bonitos ejemplares de la conchología, llamados en el lenguaje vulgar por su color rosado, auroras sino que también refiriéndose á un sinnúmero de costumbres, cosas y objetos que luego resultan completamente inexactas. Reducción de vecindario en las Marianas. Islas habitadas.

Una vez que este se abra, la importancia de las Marianas, Carolinas y Palaos, será grande si se sabe aprovechar la situación que aquellas islas ocupan en el Gran Pacífico. Buena prueba de esto se encuentra en el personal filipino que habita en el recinto de la Exposición. Hoy los gastos son muchísimo mayores.

Una especie de chambra de cortas y anchas mangas, el relicario, un rosario y el pañuelo completan el traje. La superfluidad en el vestir es muy parca en Marianas; allí el lujo y la moda son divinidades á las cuales ni se les rinde culto, ni se les queman inciensos, circunscribiéndose tanto el hombre como la mujer á usar prendas tan sencillas como escasas en número.

En la lengüeta que une los dos ensanches que forman aquellas, se eleva la ciudad de Agaña, capital del Archipiélago de Marianas. Las costas de Guajan en su general perímetro, las constituyen, multiplicados arrecifes y bancos madrepóricos que se internan mar adentro desde rocas escarpadas donde nacen.

Lo del faro de Agaña y lo del reloj es preciso ponerse serio para que lo crean; pero qué quieren ustedes, la verdad nunca puede ser más que una, y aunque las verdades respecto á Marianas, las que se saben lo son de seis á seis meses en Manila y en Madrid quizás nunca, de aquí la incredulidad que á nuestros lectores despertarán nuestras líneas. Sigamos describiendo la isla de Guajan.

Restos de estas antiguas costumbres y reminiscencias de aquellas fiestas todavía se conservan en Marianas. El autor de estas líneas ha presenciado algunas escenas entre los carolinos residentes en Agaña, en las cuales se refleja las primitivas tradiciones.

La plaza de Agaña, compendia la vida de Marianas; el dolor tiene su morada, como lo tiene el poder, la religión y el saber.

Fundados en la tradición y ayudados de significativos vestigios, podemos señalar á los primitivos habitantes de las hoy llamadas islas Marianas, como procedentes de las razas japonesa y malaya.

Palabra del Dia

consolándole

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