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Actualizado: 1 de junio de 2025


Al parecer, D. Marcelino estaba á la puerta de la tienda, y cuando llegó el carruaje él mismo paró los caballos. Dentro venía el señor conde, la señora condesa y en el pescante dos criados de uniforme.

Cuando lanzaba una de esas miradas fugaces y vivas como un relámpago de estío, parecía que el alma se asomaba un instante á los ojos, poníase al tanto de todo y se entraba otra vez, y velozmente, en su retiro. Hablaba poco y sonreía á menudo. Los tertulios viejos de D. Marcelino no tenían boca bastante para elogiar su modestia y afabilidad.

Observaciones preliminares de don Marcelino Menéndez y Pelayo en la edición de las Obras de Lope de Vega publicada por la Real Academia Española, t. XI, páginas XXX-XLI. En mis tiernos años.

Es posible que este muchacho encontrase muy original el ser demócrata perteneciendo á una familia aristocrática, y que sólo buscando la belleza de tal contraste hubiera venido á dar con sus huesos en el partido liberal más avanzado. Octavio pasó también con D. Marcelino al interior de la tienda y se sentó al lado de Carmen, y le dijo en voz baja algo al oído.

Las llamas fueron decreciendo poco á poco y presto no hubo allí más que un montón de cenizas. Me parece que es hora de ir aproximándonos á nuestro asilo dijo el licenciado Velasco de la Cueva. Tiene usted razón, D. Juan repuso don Marcelino; la noche se viene encima, y de aquí á Vegalora todavía hay un paseíto. Se pusieron todos en marcha hacia la casa.

De esperar es que lo sea con el tiempo el erudito y elegante escritor D. Marcelino Menéndez y Pelayo. Entre tanto, no faltan eruditos italianos que se ocupen con amor en este asunto. Recientemente la Real Academia de Ciencias de Turín ha publicado sobre él una hermosa memoria, debida al saber y talento del doctor Victorio Cian.

Krapf, y le dan mayor realce y atractivo las variantes, el catálogo de las ediciones que de La Celestina se han hecho en español, en francés, en inglés, en holandés, en alemán, en latín y en italiano, y sobre todo una bella introducción, notas y apéndices de D. Marcelino Menéndez y Pelayo. Nunca un libro, por original que sea, deja de tener antecedentes.

Tan pronto ideaba obstáculos insuperables para unirse con su amada, ya fuese la oposición violenta de D. Marcelino el cual, dicho sea entre paréntesis, no pensaba en semejante cosa, ó algún funesto misterio que se interponía entre ambos, como se complacía en llamarla su prometida y su esposa y en que saliera á paseo con su madre D.ª Rosario ó viniese á comer á su propia casa.

La única bodega que respetaron los rebeldes fué la de Marcelino Gómez, que según se decía en el puebla había dado á los alzados trescientos pesos para que le fuera respetada su propiedad.

Hemos dicho que había ido pasando, y no es verdad; D. Marcelino los había ido adquiriendo todos merced á una serie de trabajos más espantables que los de Hércules y librando en cada uno una batalla de suprema delicadeza y habilidad. Á la hora presente ejercía todos los que no eran incompatibles por la ley y algunos también de los que lo eran.

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