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Actualizado: 27 de junio de 2025
El otro despacho fechado en Barcelona á 18 de agosto de 1408, el Rey D. Martin destinó á la reparacion de la ALJAFERIA, que por su notable y antigua construccion sobresale, segun espresa, entre todas las moradas ó palacios de su dominio, el tributo llamado maravedí, que se cobraba de ciertos pueblos, y aljamas de judios y sarracenos, mandando que se entregasen á Pardo La-casta, merino de Zaragoza bajo pena de la indignacion real.
por quatro arrobas de vino para los señores a 64 mrs. la arroba 256. por otras quatro arrobas de vino blanco para la otra gente a 25 mrs. 100. por cincuenta libras de peros para los jugadores de las cañas e el domingo en la tarde a 2 mrs. la libra 100. por veinte libras de peros para los señores a dos mrs. la libra e otras cuarenta libras para la otra gente a un maravedí 80.
»Lo que no ha podido quitarle La cotorra de El Valenciano al Bazar del Papagayo, es la tertulia de prima noche, lo mismo en invierno que en las demás estaciones del año, pero principalmente en la de invierno. Allí acuden puntualísimos, en cuanto comienza a anochecer, el párroco y los dos coadjutores, el médico viejo don Cirilo, el procurador Ajete, el abogado Canales, y Chichas, antiguo y ya retirado tendero de la plazuela del Maravedí, donde hizo el capitalejo con que ahora vive de holgueta.
Entre tanto, yo había cumplido ya los treinta y dos años; hacía seis que era doctor en ambos derechos, aunque sin saber, por desuso de ellas, para qué servían esas cosas; más de siete que campaba por mis respetos, y me daba la gran vida con el caudal que había heredado de mi padre. Porque de mi madre no heredé un maravedí.
Quiso jugar el dinero; no quería Lope; pero tanto le porfiaron todos, que lo hubo de hacer, con que hizo el viaje del desposado, dejándole sin un solo maravedí; y fué tanta la pesadumbre que desto recibió el perdidoso, que se arrojó en el suelo y comenzó a darse de calabazadas por la tierra.
¿El que la hace pagar gallina por falta, o maravedí por descuido? Sí, hermano. Bueno, bueno; he aquí el primer corchete que no ejecuta el mal, cumpliendo con su empleo. ¿Y pasó también la dueña Bermúdez, la que endotrina a las cristianillas nuevas, y las pellizca si no le toman sus aleluyas, y las repellizca si no la dan sendas blancas por ellas? Sí, hermano, ya pasó.
Mandó a Sancho que alzase el yelmo, el cual, tomándola en las manos, dijo: -Por Dios, que la bacía es buena y que vale un real de a ocho como un maravedí.
Como moscas acudían a su tenducho reluciente los pobres papanatas de la feria, y como moscas caían en la miel de sus ponderaciones y lisonjas, dejando en el cebo engañador hasta el último maravedí de los ahorrados para fines bien distintos. Para las mujeres, sobre todo, tenía el charlatán un anzuelo irresistible; y para las buenas mozas, en particular, un «aquel» que las atolondraba.
Y diz que lo es frío o calor bien pudo tener; pero lo que es vergüenza, ni el canto de una uña, pues en la piel no se le notó la menor señal de sonrojo. Entendido está que la Inquisición se echó sobre el último maravedí de la mazamorrera, y que los terranovas la negaron obediencia y la destituyeron. Barrunto que entre ellos sería caso de vacancia la acusación de brujería.
Al mes de esto, como no sabía trabajar la tierra ni manejar el ganado, y de aquellas riquezas que tenía «por su casa», según dijo de soltero, no se veía un maravedí para levantar las cargas de su nuevo estado, cogió lo que le quedaba de su tenducho y se fue a correr ferias y mercados con ello. Volvió a los dos meses, muerto de hambre, mal encarado y peor vestido.
Palabra del Dia
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