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Actualizado: 14 de julio de 2025
Rafael se mantenía de pie junto a la puerta, no sabiendo si ausentarse o hacerse visible, por respeto al amo. Siéntate, hombre ordenó magnánimamente don Luis. Te lo permito. Y como la gente se estrechase aún más, para hacerle sitio, la Marquesita se levantó llamándole. ¡Allí, al lado de ella!
Comía lo mejor; mantenía las tradiciones de la disciplina culinaria; vigilaba el servicio del comedor desde lejos, pues no era un cocinero vulgar, egida sólo de pucheros y peroles, sino un capitán general metido en el fuego y atento a la mesa. No era viejo.
Estas fueron sus propias palabras; puede que ustedes las tomen por una solemne impostura; pero yo puedo aportar todas las pruebas de que es verdad. La población masculina de Fiddletown estaba o había estado enamorada de ella en su mayor parte. De este número, como una mitad creía que su amor era correspondido, con excepción de su propio esposo que mantenía ciertas dudas respecto a ello.
El Duque, que había mandado delante un regular equipaje, tenía los enseres necesarios para pintar, y aprovechaba los ratos en que se le dejaba libre para bosquejar horrendos paisajes dignos del fuego eterno. Sus relaciones con la familia de Belinchón eran de estricta finura, una cortesía infatigable que mantenía admirablemente las distancias.
Y por último halló unas matas que tenian una especie de fruta redondita y negra, con lo que se mantenia trabajosamente: y aunque bajaba á la costa á su pesca de lobos marinos, ya no los habia.
Tal vez las glorias del Imperio habían modificado su existencia, y en vez de ir á la cervecería frecuentaba el casino de los oficiales, mientras su familia se mantenía aparte, aislada de los civiles, por el orgullo de la casta militar; pero en el fondo era siempre el alemán bueno, de costumbres patriarcales, pronto á derramar lágrimas ante una escena de familia ó un fragmento de buena música.
Doña Luisa iba á buscarla después en el retiro de su habitación, creyéndola necesitada de consuelo por vivir lejos de los suyos. «La romántica» no mantenía su digno silencio ante esta hermana que siempre había acatado su instrucción superior.
La Francia mantenía en Buenos Aires, en calidad de agente consular, un joven de corazón y capaz de simpatías ardientes por la civilización y la libertad.
El príncipe despreciaba á este fantasma que aún se mantenía en su interior, gimiendo sobre ruinas. Había permanecido hasta entonces aspirando con delicia el perfume de aquella mujer, que al mezclarse con el perfume de la tarde parecía comunicar su esencia á toda la Naturaleza. Veía el cielo, el mar, los árboles, todo á través de ella, como si llenase el espacio.
El cariño á Pepita era lo que mantenía las apariencias de paz de su casa: lo único que le ayudaba á sobrellevar la tristeza doméstica. Era como un puente que mantenía la comunicación entre él y su esposa. Por ella continuaba Sánchez Morueta su existencia febril de hombre de negocios. Tenía la obligación de defender lo que la pertenecía por su nacimiento.
Palabra del Dia
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