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Actualizado: 11 de mayo de 2025
De cuán flojamente se pasó con los enfermos, porque se dió mejor maña á ser albacea que á hacerles curar, que si los que morían dejaban algunos dineros á los clérigos y frailes que allí les servían, se lo tomaba.
El fuerte fuè con maña fabricado; A los lados con muchos torreones Estaba
De este modo se libraba de un compromiso. En efecto, los partidarios de Belinchón, por su número, por su riqueza y por la buena maña que se dieron, lograron triunfar en toda la línea. La lucha, últimamente, se había concentrado en el punto por donde se presentaba don Roque. Los del Camarote sabían que si éste era elegido, la batalla estaba ganada.
Después se enteró Feijoo con mucha maña de ciertas particularidades de la familia. Maxi había tomado el grado y estaba ya practicando en la botica de Samaniego, a las órdenes de un tal Ballester, encargado del establecimiento.
Juanita supo después, con lentitud y por sus pasos contados, darse tal maña, que doña Inés, que ya le había confiado su cuerpo para que lo vistiese, empezó a confiarle también y a descubrirle su espíritu, aunque sólo hasta cierto punto, porque el espíritu de doña Inés, según pensaba Juanita, acaso con malicia sobrada, tenía más conchas que un galápago y jamás se desnudaba y se descubría por completo.
Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene a mí. 46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, éste ha visto al Padre. 47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 48 YO SOY el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y son muertos.
Y su vida iba deslizándose allí tranquila y silenciosa, sin la menor señal ni indicio de que pudiese dejar rastro de sí en el trillado camino que la llevaba a su término: a una muerte obscura y no llorada ni lamentada de nadie, porque Fray Miguel, aunque no era antipático, no era simpático tampoco, se daba poquísima maña para ganar voluntades y amigos, y, al parecer, ni en el convento ni fuera del convento los tenía.
Yo expliqué las causas de mi renuncia, procurando convencerlo de que ella era completamente extraña al reciente desastre comercial; pero don Eleazar, conmovido, a pesar del apetito con que devoraba sus viandas, se daba maña para lamentarse con palabras que partían el corazón.
Nacido en una aldea donde la hermosa y virginal Naturaleza le decía continuamente: «Admira,» sin escuchar más voz que la del cura que de continuo repetía: «Cree;» con el sano ejemplo de la honrada vida de su padre, y sin haber sufrido las desgracias que pervierten al hombre, Lázaro iba allegando fuerzas y atesorando virtudes para verterlas luego como un maná divino sobre el rebaño de fieles que Dios le deparase.
Lo que puedo dar os doy, que es una ínsula hecha y derecha, redonda y bien proporcionada, y sobremanera fértil y abundosa, donde si vos os sabéis dar maña, podéis con las riquezas de la tierra granjear las del cielo.
Palabra del Dia
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