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Actualizado: 16 de julio de 2025


La madurez se revelaba en él por un salto atrás; íbasele metiendo en el cuerpo la seriedad de los Mirandas; y de amable calavera, pasaba a hombre de peso. No del todo extrañas a tal metamorfosis debían ser algunas dolencias pertinaces, protesta del hígado contra el malsano régimen, mitad sedentario y mitad febril, tanto tiempo observado por Aurelio.

Confieso que se me figuró el muchacho esa fruta que suelen vender en Madrid, que arrancada verde aún del árbol, y madurada por el traqueteo y la prisa del viaje, tiene todo el exterior de la pasada madurez, sin haber tenido nunca la lozanía ni el sabor de la juventud y de la sazón. Los muchachos del ilustrado siglo XIX dije para , llegan a viejos sin haber sido nunca jóvenes.

El pueblo, por herencia, era respetuoso y deferente; y los colonos ingleses que habían fijado sus moradas en estas ásperas costas, dejando tras , rey, nobles, y toda la escala de la jerarquía social, aunque con la idea de respeto y obediencia todavía muy arraigada en ellos, la reservaban para las canas y las cabezas que los años hacían venerables; para la integridad á toda prueba; para la sólida sabiduría y amarga experiencia de la vida; en fin, para todas aquellas cualidades que indican peso, madurez, y se comprenden bajo el calificativo general de respetabilidad.

Pero los hombres mostraban un envejecimiento prematuro, arruinados en plena madurez, con el temblor de los valetudinarios; revelando unos su acometividad en los ojos animados por resplandores fosforescentes de fiera, encogidos otros con la resignación del que sólo aguarda la muerte como única libertad. Eran cuerpos enjutos, apergaminados, recocidos por el sol, con la piel agrietada.

Pasó los primeros años de su niñez en casa de un tío suyo, sacerdote de ejemplarísimas costumbres, y en quien aprendió una gran madurez de juicio y gravedad en las acciones, de suerte que en la niñez nada tenía pueril ni mostraba ternura, sino en la piedad, ni gusto sino en los ejercicios de devoción, y en todo mostraba una virginal modestia, tan delicada, que se ofendía de ver ó de oir acción ó palabra menos recatada.

Pero con la extremada blandura propia de su juventud, á pesar de la madurez de su espíritu, me replica que sería ir contra los innatos sentimientos de una mujer, forzarla á descubrir los secretos de su corazón á la luz del día, y en presencia de tan vasta multitud.

Quizás ayudaba el mismo primor del traje a patentizar la madurez de los años: el luengo sobretodo ceñía demasiado el talle, no muy esbelto ya; el fieltro, ladeado gentilmente, pedía a gritos las mejillas y sienes de un mancebo.

Madurez: que no falta nada. La meta principal de la vida cristiana. Potencia. Virtud para hacer una cosa, para producir un efecto. Es el poder bajo control dirigido a un fin específico. Para que los dones del poder de Dios nos sean de provecho eterno, deben ser sometidos a la potestad de Jesús, para que seamos dirigidos por su Santo Espíritu y no por las concupiscencias de nuestra carne. Salud.

Era como una niña, pues su estatura debía contarse entre las más pequeñas, correspondiendo a su talle delgadísimo y a su busto mezquinamente constituido. Era como una jovenzuela, pues sus ojos no tenían el mirar propio de la infancia, y su cara revelaba la madurez de un organismo en que ha entrado o debido entrar el juicio.

Sacóle de su desvariado ensueño el ruido que produjo al caer á sus pies un erizo de castañas desprendido del árbol por la madurez, más que por el viento. Sin darse cuenta de ello, había tomado la carretera de la Segada, y notó con sorpresa que estaba ya bastante cerca del puente. La noche era fresca y apacible.

Palabra del Dia

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