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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Tirso es un encantador, que puede forzarnos á creer hasta lo increible, porque antes que nos sea dado reflexionar en lo que hacemos, nos vemos envueltos en sus mágicas redes y transportados á los maravillosos paisajes de su original poesía. En el trazado de sus caracteres se observa, en parte, la misma libertad.

Si el Padre Ambrosio no se burlaba de él, si no se jactaba en vano, si por medio de sus artes mágicas podía volverle la mocedad, Fray Miguel estaba seguro de que sabría aprovecharla y no perderla sin fruto como había perdido la mocedad pasada. Ahora tenía él más claro concepto del valor de la vida y de los fines a que podía y debía aspirar en el mundo.

Y movida ella por gratitud y por amorosa vehemencia, unió su boca a la de Morsamor y la regaló con hondo y prolongadísimo beso. Extrañas fueron las impresiones de Morsamor. Se figuró que donna Olimpia absorbía con sus labios toda la mocedad y toda la vida nueva que las pociones mágicas del Padre Ambrosio le habían infundido.

Descartado el desinterés por la seguridad o la esperanza de una recompensa a la virtud, la salvación del mal y de la muerte por medio de ceremonias, ritos y palabras mágicas, el mayor de los prodigios no era viable entonces, como no lo es hoy, en los espíritus instruidos o adiestrados al razonamiento, y era más viable entonces que hoy en los espíritus ingenuos, aclimatados a la causalidad misteriosa corriente.

La voz que dijo esto tuvo un poder semejante al de las palabras mágicas de los cuentos orientales, que dejan en suspenso la vida de una ciudad entera, quedando inmóviles personas y objetos, en la actitud que les sorprende el poderoso conjuro. Se hizo un silencio de asombro.

Es un listón prodigioso, fadado con hados tales, que dos que con él se ciñan cierto invisible se hacen. Probemos, Zaide, probemos; usemos mágicas artes, y en su insensata pesquisa nuestros verdugos se cansen. Desdobla el listón Jarifa, con él se anuda a su amante, cuando de presto, ¡oh, qué espanto!, ven una sierpe soltarse.

La operación, pasados los cuarenta días de penitencia, terminaba por escribir en un papelito, como los de cigarro, ciertas palabras mágicas que él sabía, él solo; luego se soltaba el papelito en el aire, y mientras el viento lo llevaba de aquí para allá, ella y él rezarían devotamente oraciones mochas, sin quitar los ojos del papel volante.

Para que yo haga contigo lo que puedo hacer, se necesita que te fíes de por completo, que me rindas todas las potencias de tu alma, que seas entre mis manos, mientras duren mis operaciones mágicas, como masa inerte, sin voluntad, sin entendimiento y sin sentido. No bastaría que yo por fuerza o por astucia te despojase de todo.

Devoraban los vecinos su rabia en silencio. ¡Ladrón, más que ladrón! ¡Vaya un modo de trabajar!... Aquel hombre parecía poseer con sus membrudos brazos dos varitas mágicas que lo transformaban todo al tocarlo. Diez semanas después de su llegada, aún no había salido de sus tierras media docena de veces.

Esa línea sinuosa que reune las cimas, desde la más alta cumbre á la llanura, es la verdadera pendiente: es el camino que escogería un gigante calzado con botas mágicas. La montaña que me albergó tanto tiempo es hermosa y serena entre todas por la tranquila regularidad de sus rasgos.

Palabra del Dia

ciencuenta

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