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Actualizado: 12 de junio de 2025


En el fondo del teatro se verá la reja del locutorio de un convento; tres puertas, una al lado de la reja que comunica con el interior del claustro, otra a la derecha que va a la iglesia, y la otra a la izquierda, que figura ser la entrada de la calle.

Haz lo que te mandan esas señoras. ¿Qué dicen en esa carta? Toma, léela dijo, alargándola al través de la reja. A la escasa luz del locutorio pude leer la carta, que decía, entre otras cosas relativas al ramo y al chocolate, lo siguiente: «Esperamos que cesará tu obstinación en profesar.

Y yo desconfío del buen éxito de mi mensaje. Por lo mismo, quiero que usted asista a mi lado. ¿Y si yo resistiese? Resistiría yo. Pues bien: iremos. Dos días después estábamos en uno de los locutorios del convento de... el padre Ambrosio y yo. Colocado junto a la pared en que estaba la reja del locutorio, Amparo no podía verme.

Esta se verifica en un locutorio, al traves de una reja de alambre fino, que permite la conversacion y el cambio de miradas, bajo la vigilancia del celador presente, pero que impide todo contacto y comunicacion de cartas, dinero, armas, etc.

Nuestros jóvenes avanzaron hasta el medio contemplando, sin decirse una palabra, embargados por la emoción, aquel misterioso retiro del océano que semejaba un locutorio escondido y amable donde venía a contar sus profundos secretos a la tierra. El cielo, de un azul muy claro, hacía brillar el arenoso pavimento que se inclinaba hacia el mar con declive suave.

Tampoco se podía ver el del cocinero mayor, que estaba de pie en la parte interior del locutorio. El reflejo de la luz atravesando la reja, era muy débil. Esto convenía á Montiño, porque si la abadesa hubiera podido verle el semblante, hubiera sospechado del cocinero mayor, que estaba pálido, desencajado, trémulo. Dadme esa carta repitió la abadesa.

Palabra del Dia

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