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Actualizado: 11 de mayo de 2025
De las librerías de todos los pueblos pudiera formarse una muy buena para el colegio de la Candelaria y, dejando en cada pueblo aquellos libros que a los curas pudieran servirles para el preciso ejercicio de su ministerio, remitir los restantes a Buenos Aires para que allí se vendiesen, aunque fuera a bajo precio, y con su importe comprar las obras modernas que se necesitasen para la librería del colegio.
La doble galería cortándose en forma de cruz, con sus muros cubiertos de columnas, perforados por cuatro filas de ventanas soportando la gran techumbre de cristales. Los pisos bajos, casi sin pared exterior, todos de cristal; escaparates de librerías y almacenes de música, vidrieras de cafés y cervecerías, tiendas de joyeros y sastres deslumbrantes de lujo.
Abundaban en aquella calle las tiendas de filigranas de plata y oro, trabajadas éstas del propio modo que en tiempos de la Reina Católica, y había también bastantes librerías..... ¡Librerías en Salamanca! ¡Era de esperar! En todo lo demás, nosotros cogíamos intacta y con el polvo de los siglos la decrépita Calle de la Rúa.
Aunque las librerías que tenían los curas jesuitas en sus cuartos, pertenecientes a las comunidades por ser compradas con los haberes de los pueblos, no debían ni deben considerarse por bienes de la iglesia, pareció conveniente dejarlas al cuidado de los curas, así porque pueden tenerlas con más aseo, como para que se aprovechen de la lectura de los libros útiles a su ministerio.
Había visitado a éste, por si le ocurrían nuevas ideas y le tentaba el deseo de publicar otros libros; pero el prócer estaba en plena luna de miel literaria. La obra reinaba esplendorosa, con su magnífica cubierta, en los escaparates de las librerías. ¿Venderse?... ni un ejemplar.
Catherine escribió en noviembre de 2000 : "Mi sitio web está en estado embrionario y en construcción. Quiero que sea como mi librería, un lugar de encuentro antes de ser un lugar comercial. El internet me pone los pelos de punta, toma mi tiempo y no me da ningún beneficio, pero esto no me molesta..." Catherine es pesimista sobre el futuro de pequeñas librerías como la suya.
La puse á la venta en las principales librerías, y en un lustro que ha corrido llevo despachada la friolera de tres ejemplares, con más los que me tomaron al fiado, y que espero cobrar, si la cosecha es buena, en el próximo otoño.
Eran libros antiguos en su mayor parte, muchos de ellos en idiomas que él no podía descifrar, recolectados á precios bajos en librerías de lance y en las cajas de los bouquinistes instaladas sobre los parapetos del Sena. Sólo aquel hombre, que tenía «la clave de las lenguas», podía adquirir tales volúmenes.
En cuyo poder permanecen, aunque algunas muy deterioradas, y de las que faltan muchos libros por la facilidad de prestarlos y descuido en recogerlos; de modo que rara de estas librerías se hallará hoy en buen estado, porque el polvo, los ratones y otras sabandijas las han menoscabado, y muchas obras truncadas por haberse perdido parte de sus libros.
Francisco de Osuna, y Ana mandó a Petra a las librerías a buscar aquel libro. No pareció el Tercer Abecedario, el Magistral no lo tenía tampoco. Pero mejor era su suerte en lo tocante al confesor. Veinte años lo había buscado Teresa de Jesús como convenía que fuera, y no parecía.
Palabra del Dia
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