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Actualizado: 7 de junio de 2025
Ese mismo Almanzor, cuya imaginacion embargaban sin cesar sus espediciones militares, apenas sabia guardar para otra que para tí los laureles que recogia entre la polvareda del combate: te acariciaba al volver de sus audaces correrías como un cazador á su perro de caza, como un soldado á su corcel de guerra. Córdoba, Córdoba, ¿cómo no se cerraron entonces tus heridas?
¿Qué hacéis? preguntó Abu-el-Casín a unos viejos venerables de blanca y crecida barba, ancha y espaciosa frente, que se encontraban sentados sobre el césped de la verde pradera y bajo una bóveda de laureles.
Los patriotas contaron 44 muertos entre oficiales y tropa y 119 heridos. Las armas republicanas, favorecidas por su valor y la buena causa, marchaban sembrando por su camino los laureles de la victoria y añadiendo cada dia una piedra mas al colosal edificio de su independencia.
Si el conde llegase á sospechar algo, ten por seguro que te mataría ó te haría matar. Sólo de pensarlo me estremezco. ¿No sería mejor que huyésemos, sí, que huyésemos á ocultar nuestra dicha y nuestro amor en cualquier rincón del mundo, á la margen de un río, en una casita rodeada de laureles y naranjos?» Después de algunas dudas y vacilaciones, se resolvieron á llevarlo á cabo.
Dando de alarma el grito Con eco poderoso, El pueblo generoso La espada desnudó; Y destrozó cadenas, Y derribó coronas, Y en las opuestas zonas Laureles conquistó. Libertad, sube á tu trono De la gloria en el broquel, Agitando nobles palmas, Coronada de laurel.
Mas tarde, el 9 de Diciembre, los tropas de Sucre se coronaban de laureles en Ayacucho, alcanzando una decisiva victoria sobre las armas españolas, mandadas por Laserna, virey entonces del Perú.
¡Oh patria! como esclava suspiras en cadenas, Cubiertas de cadalzos tus calles enlutadas, Marchitos tus laureles, tus glorias mancilladas, Ajada tu bandera de gloria y esplendor; Tu seno profanado por déspota cobarde Que duerme resguardado de míseros esclavos, Que en su calvario triste remachan férreos clavos Al pueblo generoso que en Mayo se elevó.
Abetos y pinos de airosas y extrañas formas, nunca vistas por los europeos, descollaban sobre la pomposa verdura de helechos arborescentes, mirtos, laureles y otros árboles hermosos, desconocidos y sin nombre hasta aquel día. Pero Morsamor buscaba con ansia el estrecho o el fin del continente y nada de aquello le seducía ni le convidaba a detenerse.
Los elogios que se mereció con sus valerosas hazañas y acreditado gobierno fueron tantos, que apenas hay historiador que le mencione, que no prorrumpa en alabanzas suyas. Murió de enfermedad; pero coronado de laureles y en brazos de la fama, en el campo de Goch de la Provincia de Cleves en el año 1635, después de haber derrotado dos ejércitos enemigos, á los 49 años de edad.
Formaba su rostro el mismo óvalo perfecto, con la barba un poco saliente, los ojos pardos hermosísimos, el cabello castaño, encrespado en artísticos remolinos naturales sobre una frente ancha y nobilísima, que parecía hecha expresamente para ceñir los laureles de una corona.
Palabra del Dia
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