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Levantó su bastón y comenzó á dar golpes delante de él, sin mirar á quién alcanzaba, sin acordarse de que podía ser un amigo, con el ansia de hacer daño, con la embriaguez de la sangre. De pronto se sintió detenido en su avance por una espalda que caía contra su pecho. Era un jovenzuelo, desmedrado y débil, con el raquitismo que da el trabajo cuando es superior á las fuerzas de la edad.

¡Oh, Alicia!... El príncipe lanzó esta exclamación con tono desesperado. Su presentimiento pasaba á ser una realidad; veía ya á aquel jovenzuelo moribundo poseyendo lo que él no había podido alcanzar. Sus ojos reflejaron una cólera homicida. Esta expresión hostil molestó á Alicia, transformándola en otra mujer.

Humanidades, teología, cánones, todo lo vencía aquel jovenzuelo con extraordinaria ligereza que asombraba a sus maestros. Le comparaban en el Seminario con los Padres de la Iglesia que habían llamado la atención por su precocidad. Iba a acabar sus estudios muy pronto, y todos le auguraban que Su Eminencia le daría una cátedra en el Seminario antes de cantar misa. Su deseo de saber era insaciable.

Hasta le atribuyen amores con personas que no ha visto nunca, lo mismo que hacen conmigo... Me han dicho que en los últimos años se exhibía con un muchachito, casi un niño... ¡Ay! ¡Nos hacemos viejos! Yo los he visto en París dijo Castro ; fué antes de la guerra. Luego, en Monte-Carlo, la he encontrado siempre sola, sin divisar á su jovenzuelo por ninguna parte.

La insistencia de Elena en bailar con el mismo jovenzuelo había acabado por imprimir en su rostro un gesto de descontento igual al que mostraba Torrebianca. Siempre que pasaba ella en brazos de su danzarín, sonreía á Fontenoy con cierta malicia, como si gozase viendo su cara de disgusto.

En el curso de la conversación había cruzado por delante de ellos un chico imberbe a quien Núñez saludó inclinándose muy reverente y quitándose el sombrero. A Tristán le sorprendió un poco aquel saludo aunque no dijo nada. Pero ahora, como cruzara otro jovenzuelo de diez y ocho a veinte años y Núñez volviese a inclinarse y saludar con la misma reverencia, no pudo ocultar su sorpresa.