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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Diciendo esto se adelantó á la margen del arroyuelo, recogió la letra escarlata y la fijó de nuevo en el pecho. Un momento antes, cuando Ester habló de arrojarla al seno del océano, había en ella un sentimiento de fundada esperanza; al recibir de nuevo este símbolo mortífero de la mano del destino, experimentó la sensación de una sentencia irrevocable que sobre ella pesaba.

En el momento de ser pronunciado el «» irrevocable que decidía la suerte de Magdalena y la mía, el rumor de un suspiro ahogado me arrancó del estupor en que estaba sumido. Era que Julia sollozaba, oculto el rostro con el pañuelo. Por la noche estaba más triste aún, si cabe, pero hacía esfuerzos sobrehumanos para disimular delante de su hermana. ¡Qué niña tan extraña era entonces!

Si Lea Peralli, por un encadenamiento de circunstancias inexplicables para , vivía, mientras Jacobo de Freneuse sufría una condena por haberla matado, era evidente que este misterio encubría una monstruosa iniquidad. Adopté, pues, la resolución irrevocable de esclarecer y reparar el mal causado á mi infeliz amigo.

Había creído comprender, Beatriz, que tu decisión no era irrevocable. Cierto... debo reflexionar todavía. Entonces, ¿me autorizas para que responda al marqués que pensarás?... ¿que no debe perder esperanzas? Si le dijeses eso le engañarías.

Repitió solemnemente y muy despacio: La matarán. No me mire usted así. No estoy loca, sólo estoy excitada. He determinado marcharme e irme a vivir con mi padre. Me parece que esto no es ningún pecado, ni tampoco el llevarme a la pequeña. ¡Y si peco, no me lo diga, Julianciño!... Es resolución irrevocable. Usted vendrá conmigo, porque sola no conseguiría realizar mi plan. ¿Me acompañará?

Comprendían que iba a pasar algo decisivo, irrevocable, pero que ni uno ni otro estaban en estado de prever. Habíanse sentado dócil casi automáticamente.

La terrible realidad que aquel parecido evocaba en se grabaría en mi alma más irrevocable que nunca. Pensaba yo todo esto mientras oía cantar á la artista y, sin embargo, la emoción que había sentido al verla aparecer en escena había sido tan viva, que quise comprobarla por un nuevo examen. Me volví y miré á aquella mujer.

Comprendía que la resolución de Ana era irrevocable». El Viernes Santo amaneció plomizo; el Magistral muy temprano, en cuanto fue de día, se asomó al balcón a consultar las nubes. «¿Llovería?

No exclamó en voz cortada, no me lo pregunte, Gilberto, ahora que puedo permitirme llamarle así, pues de todos los hombres es a usted al que no puedo decírselo. A sólo me resta callar... y sufrir. Su cara estaba pálida, muy pálida, y por la expresión de ella conocí que su resolución era irrevocable.

Las dos señoras que viven con usted son muy intransigentes. Quería el joven evadirse, con esta salida, de la contestación enojosa que las palabras y la actitud de la santa parecían exigir. No me importa su carácter dijo ésta. Yo las quiero, son mis parientas y compañeras de toda mi vida. Después que yo tome una resolución irrevocable, poco me importa lo que ellas puedan decir ó hacer.

Palabra del Dia

ciencuenta

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