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Actualizado: 4 de junio de 2025
Los únicos viajes que nunca me cautivaron fueron los del atildado alumno del insoportable Mentor, y todavía confieso á V. que no he podido reconciliarme con el célebre y para mí empalagoso libro del Sr. Fenelon. Pero vinieron los años y con ellos los trabajos; comencé á vagar y disipáronse naturalmente mis ilusiones de viajero.
Hace seis meses que te escuché, y poco menos tiempo que te recibí en esta habitación por primera vez. La vida se me hace insoportable, Juan. Yo no puedo vivir así.
Áun sonaban en el huerto sus pisadas presurosas, cuando recayendo Ayela de su miedo en las congojas, de insoportable pavor dominada, de afan loca, Radjí exclamó: vén conmigo, precédeme: el rastro toma de tu señor.
Padre, padre dijo D. Carlos respirando fuerte, porque estaba abrumado bajo el insoportable peso del sermón , eso no puede ser. Hay roturas que no pueden soldarse nunca, nunca, ni en el cielo. Suponga usted que yo me retiro a un desierto, hago penitencia, me santifico, muero, me salvo y entro en el reino de Dios como bienaventurado, más aún, como santo.
Y todos, apiñados, ahogados, torturados por una tensión de nervios insoportable, volvíanse ansiosos, deseando ver saltar, por fin, la chispa salvadora, en la esperanza de que la bóveda se abriera y se desplomara la fábrica y se hundiera el mundo entero.
El calor era insoportable; La Guayra semeja una marmita dentro de la cual cayeran, derretidos, los rayos del sol. Nos sofocábamos materialmente dentro de aquel infame hotel Neptuno, en el que, en época no lejana, debía pasar tan atroces tormentos.
Pero éste alzó los hombros y respondió, como siempre, con una desvergüenza. El majo se hallaba en una tensión de espíritu insoportable.
No se ha de excusar replicó. Era realmente un hombre extraño y poco me costaría confesar a usted que llegó a serme odioso... Vivía aún cuando me casé; me hizo su heredera a condición de que mi marido y yo viviríamos con él... No es posible imaginar cómo nos hizo insoportable la vida.
Procuraba disimular el acento desagradable de la provincia y hablaba con afectación insoportable. Había servido en muchas casas principales. Era buena para todo, y se aburría en casa de Quintanar, donde no había aventuras ni propias ni ajenas. Amos y criados parecían de estuco.
Pero en el curso de las discusiones menudeó de tal modo los discursos, que a Miguel llegó a hacersele insoportable tanta vulgaridad y tan campanudamente dicha, y dejó de entrar a escucharle.
Palabra del Dia
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