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Actualizado: 3 de mayo de 2025
La noche había obscurecido, y los ojos de Paulita, que siempre en momentos dados habían tenido brillo extraordinario, resplandecían aquella noche como dos ascuas fosforescentes, cuya luz hacían más penetrante y siniestra la obscuridad de sus párpados, ennegrecidos por el insomnio, la fiebre y la excitación moral de que estaba poseída.
»Sí me contestó; hace algunas noches que no he dormido, y esto me desconsuela... Este insomnio hace más largos los días... ¡cuánto deseo con toda mi alma acortarlos! »Había en estas frases tanto dolor y tanta resignación, que todo mi valor me abandonó: no veía en aquel instante más que a Carlos, a quien iba a perder; ¡a Carlos próximo a la muerte!... Y todo mi corazón cedía a esta idea espantosa.
Ya no le sacarían ningún ejemplo que la confundiera y abrumara. Ya Dios las había hecho a todas iguales... para poderlas perdonar a todas. Insomnio -i A las doce de un hermoso día de Octubre, D. Manuel Moreno-Isla regresaba a su casa, de vuelta de un paseíto por Hide Park ... digo, por el Retiro.
La Alhambra es hija de la fantasía, es si se quiere un palacio encantado concebido en una noche de insomnio; mas está lejos de ser una de esas obras en que está retratada la vida interior no ya de una época, sino de todo un pueblo.
Adivinaba, al otro lado del tabique, el insomnio de Mariquita; oía el continuo revólver de su cuerpo en la cama, prorrumpiendo en suspiros dolorosos. Poco después del alba, Fermín salió de Marchamalo, dirigiéndose a Jerez sin despedirse de su familia. Al bajar a la carretera, lo primero que vio junto al ventorro fue a Rafael, sobre su jaca, plantado en medio del camino, como un centauro.
Vencido por la fatiga y el insomnio, empezaba a dormitar, cuando un carmelita que lo advirtió, le hizo cosquillas con una pluma en la nariz, diciéndole: Piensa en la muerte, hermano. El gitano se despertó sobresaltado y lanzó una mirada terrible al santo varón. Más bien debe bendecirme, hermano dijo éste , porque ahí tiene usted al reverendo Pablo, superior de San Francisco, que viene a verle.
Acaso todo esto, y algo más, de lo cual no me daba yo cuenta, y que era poderoso, irresistible; secreto impulso contra el cual no podía yo luchar. ¡Y qué noches de insomnio! ¡Y qué días tan penosos!
Lo cierto fue que, desazonado y nervioso con la batalla de mis preocupaciones a oscuras, encendí la luz, y que no bien la hube encendido, me acordé de los papeles que mi tío me había dado en su cuarto al despedirnos, y había guardado yo después en un cajón de la cómoda. Buen recurso me dije , para sobrellevar estas largas horas de insomnio.
Comenzó el mal de Juliana por insomnios rebeldes: se levantaba todas las mañanas sin haber pegado los ojos; a los pocos días del insomnio empezó a perder el apetito, y, por fin, al no dormir se agregaron sobresaltos y angustiosos temores por las noches, y de día una melancolía negra, pesada, fúnebre.
El P. Jacinto vió á Doña Blanca transfigurada; reconoció en ella un corazón de mujer que antes no había sospechado siguiera bajo la aspereza de su mal genio, y le tuvo lástima y la miró con ojos compasivos. Ella prosiguió: He meditado en largas noches de insomnio sobre la resolución de este problema, y no veo nada mejor que el casamiento de Clara con D. Casimiro.
Palabra del Dia
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