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Cuando se fué don Rodrigo, observé que de una manera disimulada, pero curiosa, se informaba de si la cartera estaba en su sitio, y cuando aquella noche vino el duque de Lerma, le recibí con despego, le atormenté, me ofreció como siempre alhajas, y yo... yo le pedí que me trajese un escrito indudable de la reina.

La «partida grande» era un grupo de vendedores de voz de trompeta, que sabían sacarse del magín atractivos pregones: la aristocracia del oficio, ocupada únicamente en lanzar periódicos nuevos y ofrecer libros faltos de compradores, con enorme rebaja... El señor Manolo, después de larga reflexión, informaba a sus amigos sobre el paradero de la tal partida.

José, siendo de edad de diecisiete años apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha, y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos. 3 Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque le había tenido en su vejez; y le hizo una ropa de diversos colores.

En cambio el bueno de Mateo Mantoux tomaba dulcemente el sol. Como todos los señores se disputaban los quehaceres de los criados, el antiguo cerrajero se adjudicaba los ocios de un señor. Se informaba todas las mañanas de la salud de Germana, únicamente por saber si entraría en posesión muy pronto de sus 1.200 francos de renta.

Comprendían a todos los afligidos en una misma compasión. Su viva caridad se informaba menos de la culpa que de la desgracia, y por eso encantaban con sus consuelos la agonía de los moribundos y la tristeza de los prisioneros; y si el inocente les era querido, no odiaban al culpable. ¿Acaso el crimen no necesita también la piedad?

Tres dias nos detuvimos con estos Peyonas, y el general se informaba de la naturaleza y condicion de esta provincia, y al despedirnos nos dieron una guia, que nos llevase por camino que hubiese agua que beber. Y á las cuatro leguas llegamos á la nacion llamada Mayegoni, donde estuvimos un dia, y tomando guia y lengua, partimos.

Concedía a la duquesa tanta libertad para lo pequeño como se reservaba él para lo grande. Continuaba siendo aquel hombre cortés, solícito y tierno que su pobre mujer adoraba hasta en sus faltas. El se informaba de su salud con una atención casi filial.

Informaba al ojo experimentado que no había gran parque ni castillo en el vecindario, pero que contaba con varios jefes de familia que podían, a su capricho, malbaratar sus tierras, sacando, sin embargo, en aquellos tiempos de guerra, bastante dinero de su mala explotación, como para llevar vida holgada y celebrar alegremente las fiestas de Navidad, de la de Pentecostés y de Pascuas.

Hecho esto, antes que entrase en el lugar donde entraba con su retablo y mono, se informaba en el lugar más cercano, o de quien él mejor podía, qué cosas particulares hubiesen sucedido en el tal lugar, y a qué personas; y, llevándolas bien en la memoria, lo primero que hacía era mostrar su retablo, el cual unas veces era de una historia, y otras de otra; pero todas alegres y regocijadas y conocidas.