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Actualizado: 30 de junio de 2025


Prision del Infante Don Fernando en Negroponte. Partió el Infante de la Isla de Tarso con Ramon Montaner y mandó que se le entregase á Montaner la mejor galera que fué la que llamaban Española. Con estas cuatro galeras, un leño armado, y una barca de Montaner fueron navegando por la costa de Thracia, y Macedonia, hasta el puerto de Almiro.

Divididos los capitanes en los sitios de Nona, y Megarix, el infante D. Fernando, hijo del rey de Mallorca, con cuatro galeras llegó á Galípoli, por órden del rey de Sicilia D. Fadrique, porque juzgó que importaba para el aumento de su casa enviar persona puesta por su mano que gobernase el ejército de los Catalanes de Thracia, pues ellos mismos le habian llamado y prestado juramento de fidelidad, no acordándose quizá de que esto habia sido cinco años antes, cuando la necesidad les obligó, y que entonces pudiera haber dificultad en admitirle.

Retrató, también en traje de caza como al Rey y al Príncipe, al Infante Don Fernando. Acerca de cuando lo hizo discrepan las opiniones: dicen unos que antes de ir a Italia, lo cual desmiente el estilo; otros, que hacia el año 1647, cuando ya el personaje era muerto, aprovechando para el rostro el estudio de una imagen anterior.

Este drama no tiene nada de común con la célebre colección de novelas de igual nombre, del infante Don Juan Manuel. Comedias románticas de Calderón. La enumeración de las comedias de Calderón nos ofrece ahora una serie de dramas, que no pueden calificarse de otra manera, que, con el nombre, demasiado genérico, de comedias románticas.

Protegido por el cariño maternal, el príncipe Fénix creció tan provechosamente, que a los veinte años era el más gallardo infante. Veneraba a sus mayores, amaba al pueblo y sabía derecho, astrología y alquimia. Vivía aún el viejo rey. Estaba tan achacoso que para caminar tenía que apoyarse en su cetro de oro macizo como en una muleta.

Obedeció Rocafort con muestras de mucho gusto, y para el dia siguiente ofreció de tenerle junto; porque ya en los pocos dias que tardó el infante, previno á sus amigos que echasen voz por el campo, que seria bien andar con mucho tiento en la resolucion que se debia tomar de admitir al infante por el rey, y que por lo menos no se determinasen luego.

Yo, a su lado, en la actitud legendaria de un infante de Lara, desesperado por la fatalidad, me retorcía lúgubremente el bigote. Y la dulce criatura, entre dos gemidos del teclado, de una sonata penetrante, cantó volviendo hacia sus ojos brillantes y húmedos: «L'oiseau s'envole, La'bas, la'bas!... L'oiseau s'envole... Ne revient pas...» El ave ha de volver al nido! musité yo enternecido.

Onde vos mando vista esta mi carta que veades la carta que el cavildo tiene del rey con su sello colgado en esta razon, et conplídgela en todo segund que en ella dize, etc. Dada en Córdova XXV de octubre, era de mill et CCC et veinte annos. Yo Roi Diaz la fiz escrevir por mandado del Infante, etc.

Tibaldo luego libró la persona del Infante, á Micer Juan de Misi, señor de la tercera parte de Negroponte; para que le llevase al Duque de Athenas en nombre de Carlos de Francia, cuya órden se aguardaria para disponer de la persona del Infante.

Los árabes fueron nuestros maestros y sus tradiciones arraigaron de tal suerte en la Península, que hasta el primer tercio del siglo pasado, por lo que á Sevilla respecta, pudimos envanecernos de que fuese esta ciudad famosa entre las productoras de los más apreciados tejidos, representados por aquellas riquísimas telas de seda y oro llamadas por los musulmanes marabique tartari, zarzahan, ricornás, samit, ciclatón; sirgo y otras, algunas de las cuales empleáronse en las mortajas de San Fernando y de su hijo el infante Don Felipe, y en las más estupendas, que atavían la momia del gran arzobispo Don Rodrigo en su sepulcro de Sta.

Palabra del Dia

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