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Actualizado: 27 de junio de 2025
Y no se habló más del loco. Por la noche fue Guillermina, y Jacinta, que conservaba la mugrienta tarjeta con las señas de Ido, se la dio a su amiga para que en sus excursiones le socorriese. En efecto, la familia del corredor de obras (Mira el Río 12), merecía que alguien se interesara por ella. Guillermina conocía la casa y tenía en ella muchos parroquianos. Después de visitarla, hizo a su amiguita una pintura muy patética de la miseria que en la madriguera de los Idos reinaba. La esposa era una infeliz mujer, mártir del trabajo y de la inanición, humilde, estropeadísima, fea de encargo, mal pergeñada.
El pobre don Santos Barinaga, víctima del monopolio escandaloso de la Cruz Roja, muere de hambre en los desiertos almacenes donde un tiempo brillaban los vasos sagrados, patenas y copones, lámparas y candeleros con otros cien objetos del culto; muere en aquel rincón y muere de inanición, señores, por culpa del simoniaco que todos conocemos: muere, sí, morirá; pero el que se burla con artificios de nuestro código mercantil y de las leyes de la Iglesia, comerciando a pesar de ser sacerdote; el que mata de hambre al pobre ciudadano señor Barinaga, ¡ese no se gozará en su obra mucho tiempo, porque la indignación pública sube, sube, como la marea... y acabará por tragarse al tirano!...
Y el joven, en un estado de inanición extraordinario, apoyose contra el primer árbol que encontró delante. El corazón de Melisa se enterneció. En los días amargos de su vida de gitana, había conocido la sensación que él tan mañosamente fingía.
Hágame usted la novela de un repatriado, que se muere de inanición en este cochino país, dominado por los jesuítas. Tome usted a cuenta estos cuatro duros. Pero eso va a resultar un sapo... Yo no siento ese asunto... Pues, si no le conviene, se marcha enhoramala de la tienda, que tengo mucho tajo. ¡Con esta baraúnda no se puede laborar!...
Y ante esta idea que la aterraba, la infeliz mujer, abrumada por el dolor y debilidad por la inanición, sufrió un ligero desvanecimiento. Hízola la marquesa tomar una taza de caldo y una copa de vino generoso, y poco a poco logró al fin tranquilizarla.
Palabra del Dia
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