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Actualizado: 15 de junio de 2025
Miento, que no concluye aún la fiesta: que a don Juan Manuel Rosas se le ha antojado llamar a sus enemigos presentes y futuros salvajes, inmundos unitarios, y uno nacerá salvaje estereotipado allí dentro de veinte años, como son federales hoy todos los que llevan la carátula que él les ha puesto. ¡Cómo se reirá en sus adentros ese miserable de la imbecilidad de los pueblos!
¡Había visto ella tanto de eso!... La ocasión, por otra parte, no podía ser más oportuna: Fernandito había llegado al estado de imbecilidad completa que traen consigo los reblandecimientos cerebrales, y preciso era llevarlo a París a que alguna notabilidad médica intentase el verdadero milagro de despertar un chispazo de inteligencia en aquel meollo huero, que jamás había dado luz alguna.
"Solamente podemos ver fuera lo que tenemos dentro", dice Emerson; cuando estamos llenos de rencor, de iniquidad o de imbecilidad, en todas partes los encontramos; cuando estamos llenos de diablos y fantasmas, los vemos y los sentimos en todas partes, porque a todas partes los llevamos.
Si se preocupa del porvenir es para que en lo futuro continúe la imbecilidad del presente.... Ya sabes cómo defino yo al rico de esta tierra, con gran escándalo del vulgo, que me cree loco. «Un señor que pasa su vida haciendo al obrero toda clase de charranadas para llevar mucho dinero á su mujer... y que su mujer se lo dé al jesuíta....» Aún quedan algunos potentados como mi primo que se defienden: pero, créeme: si aquí no viene una revolución, esto será otro Paraguay: aquí todos trabajamos, sin saberlo, para el jesuíta.
Dios había hablado a Moisés entre relámpagos y truenos, cuando no se conocían aún los derechos del hombre y los deberes del padre, que tenía hijos y esposas, esclavos, asnos, bueyes y cabras para explotarios, matarlos o venderlos; había hablado como un patriarca judío, como el rey del egoísmo, estableciendo, en primer término, la obligación de amarlo a él sobre todas las cosas del mundo, que todavía deben ser abandonadas por los que quieran servirlo en toda regla, la más gravosa de todas las cargas que han pesado sobre la conciencia del hombre, el deber humano que ha producido más palos, tormentos y matanzas, más lágrimas y sufrimientos, más miseria y más imbecilidad consuetudinaria.
Mas necesitaba antes que nada reflexionar, trazarse un plan, preparar su respuesta y ordenar sus preguntas; y aprovechando la ocasión de hallarse en cama Fernandito, postrado por uno de esos ataques de imbecilidad que traen consigo los reblandecimientos cerebrales, tomóse todo el día del lunes y dio la orden terminante de no recibir a nadie.
Así que me he puesto fuera de su alcance, saliendo de una casa que dominaban y viviendo entre gentes que les desprecian, nada pueden contra mí. Aislados nada valen: pero hay que temerles allí donde les ayuda la imbecilidad, donde la gente va hacia ellos. ¿Cómo te explicaré lo que pienso? Son como los microbios, que nada valen, y, sin embargo, llegan á producir una epidemia.
Necesito reposo, vida animal, sumirme en una dulce imbecilidad, olvidarlo todo, y acepto con reconocimiento su mano amiga. Después, el día que menos lo piense usted, levantaré el vuelo; la primera mañana que despierte alegre y me cante dentro de la cabeza el pájaro travieso que tantas locuras me ha aconsejado, hago las maletas y ¡a mover las alas!
En el siglo XIX la vida humana ha sido alargada en diez años por la supresión de las epidemias, tanto y tan inútilmente suplicada a Dios, puesto que dependía del adelanto de las ciencias humanas que él no podía crear y difundir, y de las obras de salubridad que él no podía construir; por la disminución de la miseria que dependía de la libertad política, de los métodos económicos y de las máquinas que él no podía inventar; por la disminución de la imbecilidad humana mediante la educación y la instrucción, que Dios no puede hacer y que están haciendo las escuelas y las universidades.
Eran los ratones que en tropel corrían por aquellas regiones baldías donde habían abierto con su habilidad y paciencia infinitos caminos y derroteros. ¡Ah! exclamó Carnicero riendo con lastimosa imbecilidad . Son los reales ejércitos que van al combate. Adelante, bravos batallones. La hora del triunfo se acerca. Que no quede de masonismo ni el grueso de una uña.
Palabra del Dia
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