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Actualizado: 15 de julio de 2025


¡Pobre señó Fermín! decían las gentes al verle. No es ni su sombra. Había caído en un mutismo cercano a la imbecilidad. Permanecía horas enteras inmóvil, con la cabeza abatida, como si le abrumasen los recuerdos.

En cambio, aquellas a quienes trataba constituían la flor y nata del gremio; el estado mayor de los ejércitos del diablo. Unas, nacidas en baja condición, fueron encumbradas en virtud de su belleza; otras habían trocado la miseria vergonzante de la clase media por el esplendor lujoso de la corrupción. A todas sirvió de escabel la imbecilidad de los hombres.

El empeño de mantener en pie lo que ha madurado para caer y desaparecer, se paga irremisiblemente en pérdida de vida nueva, y podría decirse que la mortalidad prematura de los hombres por intolerancia, imbecilidad remanente, ignorancia, miseria, suciedad, indolencia, pesimismo, etc., etcétera, está en los diferentes países en razón directa de la antigüedad y de la inmovilidad de sus respectivas creencias sobre el universo y la vida, que les impiden llegar sucesivamente a mejores procedimientos de disminuir el mal y aumentar el bien.

La movilidad de sus facciones y el llamear de sus ojos, ¿anuncian exaltado ingenio, o desconsoladora imbecilidad? No es fácil decirlo, ni el espectador, oyéndole y viéndole, sabe decidirse entre la compasión y la risa. Tiene la cabeza casi totalmente exhausta de pelo, la barba escasa, entrecana y afeitada a trozos, como un prado a medio segar.

No ponemos límites á ese bien, como no damos patria al ambiente, á la tierra, al calórico, á los celajes. Un patriotismo exagerado, es al mismo tiempo una ridiculez, una supersticion y una imbecilidad.

Estaba profundamente avergonzado de aquella imbecilidad, estando bien seguro, por otra parte, de que la condesa no le temería ni le tendría la menor consideración, así que supiera que aquella arma no estaba en sus manos. Cuando la señora de Bruinsteen entró en la sala, vió que había lágrimas en los ojos del intendente. ¿Estáis llorando, Mathys? le preguntó asustada . ¿Qué ha sucedido?

La del hombre moderno es lo inverso, cada día más pronunciadamente, y de aquí proviene el debilitamiento progresivo de los poderes de derecho divino, fundados sobre la supervivencia de los difuntos, resucitados para penarlos, si fueren malos, y para petardearlos, si fueren buenos, y que al fin empiezan a descansar en paz, reintegrados a la tranquilidad definitiva por la razón humana, para libertar a la vida humana de las peores formas de la imbecilidad humana.

Es verdad dijo, después de un momento de reflexión, es realmente una especie de cuadrúpedo, algo tiene de animal, no puede negarse. Y frunció el ceño, como en dolorosa meditación de la ignorancia e imbecilidad del impopular Melín. Hace un tiempo bien triste, ¿verdad? añadió, engolfándose en la corriente del general sentimiento.

Encabezando el grupo, iba la misma dignidad que ya hemos visto al lado del lecho mortuorio, con su uniforme carnavalesco de colorinches y su impasible cara de foca. Mientras depositaban el cajón en la bóveda de la familia, yo me perdí en las calles del cementerio. ¡Cuánta vana pompa! Cómo podía medirse allí, junto con los mamarrachos de la marmolería criolla, la imbecilidad y la soberbia humanas.

Mas léjos, al derredor de una fuente pública, se agrupan en desórden los aguadores asturianos, de calzon corto y alpargata, chaqueta remendada, camisa indefinible, sombrero diminuto y fisonomía contradictoria, en cuyos rasgos parecen luchar la imbecilidad del servilismo y la inquietud del genio pendenciero.

Palabra del Dia

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