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Actualizado: 10 de junio de 2025


Salimos de San Vicente, dia de San Juan Bautista, de 1553, y á los catorce dias de mar, agitados de continuas borrascas y vientos contrarios, roto el árbol de la nave, ignorando donde estabamos, entramos en el puerto del Espíritu Santo en el Brasil, poblado de cristianos, que con sus hijos y mugeres labran azucar. Hay algodon, grandes y muchos palos del Brasil y otras mercaderias.

Yo hablaba con la ex novia del Saleri, aquella morena regordetilla, que era la única que no me disgustaba enteramente. Pero ignorando en absoluto el lenguaje que se usa con esta clase de mujeres, nuestra conversación languidecía.

Por pudorosa y honesta la llaman Leila la Horra, y tambien Leila la Hijara porque su pecho es de roca: y ella, el amor ignorando, de su adolescencia goza, como el naciente capullo que áun no desplegó sus hojas. Pero llegó muy presto su edad florida, pasó su adolescencia dulce y tranquila, y los insomnios encendieron en fiebre sus bellos ojos.

Otra cosa muy distinta sucede á esos críticos modernos, que rebuscan con maligna alegría en las obras de los poetas, con el propósito de averiguar si encuentran algún pensamiento, algún giro ó expresión, tomada de otros, ignorando que su botín sería mucho más considerable si examinaran las obras de los grandes poetas de los tiempos pasados, y si supieran que, al hacerlo así, eran también grandes y verdaderos poetas.

Mi pluma, Albano, con amor escribe lo que le dicta un cuerdo desengaño, seguro en , pues la esperanza vive. El dia con rigor se ha vuelto un año, imaginando que tu ausencia ha sido viviente sentimiento de mi daño. Quedo ignorando el tiempo que he vivido sin tu alegre i dichosa compañía, juzgándole mi alma por perdido.

Por otro lado, el temperamento del Igatimí es mortífero en los últimos y primeros meses del año; y no ignorando ellos esta circunstancia, es creible que no parecerán en el presente ni en los principios del año de 1792.

A los arrebatos del encono sucedía el abatimiento del desengaño, ignorando al mismo tiempo si amaba aún á aquella infeliz ó si la despreciaba. Pasaron las horas; la noche avanzó, y él continuaba en la agitación. No pensaba acostarse, ni sentía sueño, ni necesidad de reposo; antes al contrario, los impulsos de su naturaleza eran hacia la zozobra, la inquietud, el movimiento.

Intentaba mantenerse apartado de sus semejantes, ignorando las preocupaciones de éstos, enquistado en su egoísmo, queriendo prolongar sus goces de los años tranquilos al margen de la humanidad, que sufría una de las mayores crisis de su historia. Era comprensible este alejamiento en un cobarde, dominado por el instinto de conservación; pero él era valiente.

Las más de las veces se había movido sin saber adónde convergían sus esfuerzos, como voltea una rueda, conociendo únicamente su engranaje inmediato, ignorando el conjunto de la maquinaria y la clase de producción á que contribuye. Se admiró Ulises de los inverosímiles y grotescos procedimientos empleados por los agentes del espionaje.

La Primavera es como fiesta espléndida que dan los espíritus elementales, como sagrada orgía, en que el aire, la tierra, la luz, el agua y cuantas inteligencias o misteriosos genios en el seno de los elementos viven ocultos, lucen su hermosura, se revisten de sus más ricos adornos, y se enamoran, y se acarician, y cantan y bailan. ¡Vaya usted a describir esto sin conocer los nombres de dichos genios, ignorando sus lances de amor y fortuna, y no acertando a distinguirlos bien unos de otros!

Palabra del Dia

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