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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Ocurriosele una idea singular y terrible: contárselo todo a su marido. Ignoraba lo que esto daría de , pero por lo pronto provocaría un escándalo. D. Pedro era violento, gozaba de gran poder y prestigio. ¿Quién sabe el destrozo que la bomba podía causar?

El espíritu de Ambrosio flotaba en el mundo del indiferentismo, sin que le atormentase ninguna clase de ambiciones, puesto que ignoraba el ancho campo y el dilatado más allá, que se extendía tras la cerca de palmabraba que resguardaba la casa. Allí vivía, sin recuerdos del ayer, sin aspiraciones del hoy, ni intranquilidad ni zozobra para el mañana.

Yo lo sabía perfectamente... Y lo que supiera era esto, que me repetía a cada instante, a cada minuto, a cada segundo: Tucker, ese bribón de Tucker tiene la culpa. ¿Quién era Tucker? ¿Cómo era Tucker? ¿Qué hacía? ¿Dónde estaba?... Nada de eso sabía yo; pero sabía bien, ¡ah, muy bien! que él solo, que sólo él tenía la culpa... ¿La culpa de qué? Yo lo ignoraba asimismo.

Creedme, señora; yo ignoraba por completo su presencia en Orsdael. ¡Vamos, vamos!

Es una triste historia y soy muy digno de que se me tenga lástima, ¿verdad? ¡Ser dominado por una mujer falsa y perversa, y sufrir toda mi vida por cumplir una orden de mis señores, cuando todavía ignoraba por completo lo que es el mundo! Marta se había afectado profundamente al oír el final del relato del intendente. Había despertado en ella dolorosos recuerdos y hecho sangrar viejas heridas.

La puerta estaba abierta y ella entró pasando por la nieve, como un petirrojo muerto de frío y de hambre. ¿No me dijisteis que la puerta estaba abierta? dijo Silas con aire pensativo , ; la puerta estaba abierta. El dinero se me fue no dónde, y esta niña me vino no cómo. Marner no le había dicho a nadie que ignoraba cómo había entrado la niña.

No habiéndome rozado con nadie, no habiendo nunca comparado nada, tenía la mayor confianza en misma, e ignoraba por completo ese extraño sentimiento que anula las más brillantes facultades y hace estúpidos a los hombres superiores.

Pocos eran los que conocían allí a la esposa de Montesinos, aunque nadie ignoraba los incidentes del drama conyugal que había retraído al mayorazgo a Peñascosa. Pero lo que en los extraños era pura curiosidad, en la buena de doña Eloisa se ofreció, como es lógico, con la apariencia de viva y honda emoción.

Vivía el Conde con su madre, pero en un enorme caserón, donde gozaba de completa independencia. Así es que recibía amigos y visitas de varias clases sin que su madre, ni por acaso, tuviese que tropezar con ellas ni darse por entendida de nada. La Condesa, sin embargo, no ignoraba la vida frívola y harto disipada de su hijo.

Habiendo mostrado éste una muy natural reserva en renovar sus visitas a la joven pareja, el pintor le dirigió reproches y lo mortificó a este respecto de una manera hasta enojosa; de todas las involuntarias torpezas en que incurrir pudo ante los ojos de su mujer nuestro pintor, no fue ésta la que menos dejó de chocarle, porque olvidando que Jacques ignoraba en absoluto el recíproco secreto de ella con Pierrepont, vio en la insistencia de su marido para atraer al marqués al domicilio conyugal una falta de tacto, una inhabilidad peligrosa, y lo que es más, un rasgo de maldad con respecto a ella. ¡Cómo! ¡cuando ella misma agotaba voluntad y valor por expulsar para siempre de su alma el pensamiento de ese hombre, que tanto había amado, era su propio marido quien se lo traía de la mano imponiéndole su presencia turbadora!

Palabra del Dia

hociquea

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