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Actualizado: 18 de junio de 2025


Si no hubiera sido por vosotras, lo doy por cierto, hubiérase perdido hasta la huella de la primitiva cultura y revelación del Paraíso, y los hombres jamás hubieran salido del estado salvaje.

Si algo he hecho y puedo hacer por mi patria; si alguna huella dejo en el mundo; si la Providencia ha querido favorecerme con esta altísima merced, á que seguramente no me considero acreedor, España deberia agradecerlo al marido de mi hermana Filomena, D. Antonio Miravent y Bogarin, á su hermano D. Francisco, y al marido de mi hermana Amparo, D. Juan María de Zarandieta, naturales todos de la isla Cristina, provincia de Huelva.

Podía caminar de noche por todo el buque lo mismo que un fantasma, sin huella ni ruido. Fernando no se atrevió a sacarla de su error. Sentía además cierto orgullo en arrostrar de nuevo el sacrificio tantas veces repetido. «Ven; te esperaré.» Y después de esto procedieron a la minuciosa empresa de abandonar el camarote sin que los enemigos pudiesen sorprender su salida.

Podría decirle a usted hoy, la fecha y el lugar preciso de mil emociones muy débiles cuya huella ha quedado en mi memoria, no obstante la pequeñez del hecho: le mostraría a usted tal rincón del parque, tal escalera de la terraza, tal sitio del campo, del pueblo, de la escarpa, en donde el alma de las cosas insensibles ha conservado tan bien el recuerdo de Magdalena y el mío, que si lo buscara Dios no lo quiera, lo encontraría tan reconocible como al día siguiente de nuestra partida.

Detrás, como un perro fiel, llegaba Pierrefonds, sin que los años de esclavitud hubiesen dejado en él ninguna huella aparente, reconcentrado y agrio lo mismo que antes, pero con una expresión de inmensa melancolía en los ojos. Los alemanes le habían robado su colección de monedas.

Cuando cesó el estrépito y se desvaneció el humo en las nubes, todos quedaron estupefactos cuando de tanto aparato, y de tantas y tan grandes máquinas, no quedaron restos algunos ni de ruedas ni de armazón, habiendo desaparecido todo. Presentóse también el traidor Judas, que se colgó de una ventana, y herido después por el rayo, desapareció de repente sin dejar rastro ni huella.

Pendiente sobre un seno que palpita callada exhalas de tu olor la huella. No hay otra flor que te aventaje a bella ¡Por algo te pusieron sampaguita! Igual que una esperanza de bonita, eres flor y pareces una estrella; y no hay mejor adorno de doncella, ni perfume más fino necesita.

Ana sintió que su mano temblaba sobre las cerezas y aquel contacto le pareció de repente más dulce y voluptuoso. Y cuando nadie la veía, a hurtadillas, sin pensar lo que hacía, sin poder contenerse, como una colegiala enamorada, besó con fuego la paja blanca del canastillo. Besó las cerezas también... y hasta mordió una que dejó allí, señalada apenas por la huella de dos dientes.

Había comenzado por parecerle inicuo que Simón hubiese de sufrir las consecuencias de una falta cometida por un extraño, de un pecado que no había dejado huella ninguna; y ahora su conciencia, haciéndose más timorata y más escrupulosa, formulaba nuevas y cada vez más turbadoras preguntas: ¿Un extraño?... ¿Huella ninguna?... ¿Estaba bien seguro?...

Pero cuál no sería la admiración de aquellos piadosos montañeses al ver al día siguiente en el altar la imagen enterrada la víspera, y vacía su sepultura, sin hallar rastro ni huella por ninguna parte del mundo de la imagen nueva. Con este milagro patente se hizo más extensa y fervorosa la devoción a la Virgen resucitada, y en este grado, o muy poco menos, se ha conservado hasta la fecha.

Palabra del Dia

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