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Eran pobres lo mismo que al llegar; más aún, pues Robledo no iba á pagarles igualmente su viaje de regreso. ¿Adónde dirigirse, si su esposo había huído de París y allá le esperaba la Justicia? Pensó con miedo en la prolongación de su vida en la Presa. Había resultado tolerable hasta el presente por las larguezas de Pirovani y la rivalidad de éste con los otros.

Pero sus entrevistas íntimas no eran frecuentes; lo eran aún menos que antes de su común falta; la inocencia había huido y observaban con la angustiosa atención del que delinque; observaban y observaban, y todavía no observaban lo bastante.

En esta situación, cuando no sabía qué hacer y se sentía dominado por un desaliento mortal, pasó por Madrid un español rico, residente en Buenos Aires, tío de su cuñado. Aquel hombre, que había huido de su tierra acosado por la pobreza treinta años antes, hablaba de millones con asombrosa familiaridad y se burlaba de la mediocridad de los negocios peninsulares.

Y tranquilamente como un matrimonio que discute en la calma placentera del hogar los detalles de la vida material, pasaban revista de los objetos necesarios para el viaje. Rafael no tenía nada. Había huido como quien escapa de un incendio, con el traje que primero encontró al saltar de la cama. Necesitaba muchas cosas indispensables y pensaba salir a comprarlas: asunto de un momento.

Tambien por este tiempo se avisò que en los campos de Yapey se veian 800 españoles, y que habiendo huido los estancieros, se habian apoderado de los rebaños de ovejas.

¿Pero por qué han huído los piratas, cuando ya nos tenían en sus manos? preguntó Hans. Por el lado del río ocurre algo grave dijo el Capitán . ¿No oís voces? ; parece que se está riñendo allí una batalla dijo Horn . ¿Habrán sido atacados los piratas? Pero ¿por quién? preguntó Hans.

Veía las casas al través de densa niebla; las personas y los carruajes pasaban junto a él como fantasmas, sin ruido alguno. No pensaba: creía tener hueca la cavidad de su cráneo; le zumbaban las sienes. Su lengua repetía por lo bajo, con una tenacidad estúpida: ¡Despedazada... despedazada! Poco a poco su pensamiento, que parecía haber huido lejos, muy lejos, aproximábase, volvía a entrar en él.

Parece que el hombre hubiera huido de aquellos desiertos del bajo Magdalena, como de una tierra maldita, donde el sol devora, el suelo es un arenal inmenso mas ó ménos poblado de árboles medio desnudos.

Había bastante tolle, tolle, contra las Escribanas, por ser cosa corriente que la mayor de ellas había pagado a Maravillas los gastos de la edición. De Maravillas se afirmaba, y sería verdad, que había huido de Villavieja durante lo más recio de la refriega, a uña de caballo, hacia la ciudad.

Le faltaban los brazos, le faltaban las piernas, era un tronco nada más, conservado por los prodigios de la cirugía; un harapo rematado por una cabeza viviente. ¡Odette!... ¡Odette! murmuró la boca negruzca humildemente, como si pidiese perdón por su desgracia. Pero Odette había huído, atropellando á los criados que se agolpaban en la puerta.