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Actualizado: 18 de junio de 2025


La unión nefanda de estos dos vocablos, bárbaro el uno, helénico el otro, merece la execración universal; pero no importa. Adelante. Contraviniendo la voluntad y las amonestaciones claras del Excmo. Sr. La prisionera del Sátiro no podía resistir ya el anhelo de expansión, de correr libremente, de ser dueña de misma un día entero, y, principalmente de darse el gusto de la desobediencia.

Se alza como hito militar en la carretera que seguían entonces las naciones. Muchas otras montañas del mundo helénico debían á sus nieves resplandecientes el nombre de Olimpo ó luminosa, pero ninguna lo merecía tanto como la de Tesalia, cuya cumbre servía de trono á los dioses.

Nos atrevemos á calificar con este nombre el arte árabe del primer período porque su ornamentacion nos parece de casta todavía mas pura que la vulgarmente llamada bizantina. Hay en Córdoba capiteles del tiempo de Abde-r-rahman III y de Al-hakem II, en que se ve mas que el mero reflejo la verdadera resurreccion del gusto helénico.

Homero ó los rápsodas homéricos no se proponen en la Iliada pintar el mundo helénico antes de la irrupción de los dorios, sino tan sólo la cólera de Aquiles, ni en la Odisea la civilización occidental, sino los trabajos de Ulises. Pero aun suponiendo legítimos estos propósitos, todavía es mas censurable la manera con que se realizan.

El aire era musical, como si en sus ondas vibrasen las cuerdas de invisibles arpas. Esta era para Freya la verdadera Grecia imaginada por los poetas, no las islas de rocas quemadas y desnudas de vegetación que había visto en sus excursiones por el archipiélago helénico. ¡Vivir aquí el resto de mi vida! murmuró con los ojos húmedos . ¡Morir aquí, olvidada, sola, feliz!...

Lo que más abunda es el papiro, desde los tiempos de Ransés II, el Sesostris de las historias clásicas. Siguen los escritos en papiro, después de la conquista de Alejandro Magno, en el periodo helénico de los Ptolomeos, durante la dominación romana y en la época bizantina.

El mástil del navío helénico era una encina colocada por Minerva, y este mástil encantado, alma del buque, hablaba, dando oráculos salvadores en los momentos de peligro. ¿Por qué no podía hablar también aquella chimenea gigantesca, que entre los palos completamente inútiles de la navegación moderna era la representación del movimiento y la vida, la gran propulsora, como lo había sido el mástil antiguo sostenedor del velamen?...

Todavía lo creen los habitantes del monte, y no es muy posible, en efecto, encontrar una cima en que la vista domine panorama, si no tan vasto, á lo menos tan bello y tan variado. Fuera del mundo helénico en que la imaginación popular era tan poética y tan fecunda, verán también los pueblos en sus montañas tronos de los dueños del cielo y de la tierra.

Todavía en Grecia, en Sicilia y en Italia, están erguidos y casi completos monumentos del arte helénico, anteriores de seis ó siete siglos á la Era cristiana; en Egipto, en la India y en la Persia y en otras tierras del centro de Asia, subsisten pasmosas obras que dan testimonio del poder arquitectónico de pueblos que fueron grandes hace miles de años, mientras que de los árabes, sobre todo en España y de la mejor época, apenas queda nada.

Esta impresión desvanecíase al volver Isidro por la noche a los cafés inmediatos a la Universidad, donde se reunían las alegres tertulias de estudiantes, arrullados por los conciertos de piano y cornetín. La vida es alegre decía sentenciosamente . Hay que dar a la vida un sentido helénico.

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