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Actualizado: 9 de mayo de 2025


A Martín le pareció aquella portada de piedra amarilla, con sus santos desnarigados a pedradas, una cosa algo grotesca, pero el extranjero aseguró que era magnífica. ¿De veras? preguntó Martín. ¡Oh! ¡Ya lo creo! ¿Y la habrá hecho la gente de aquí? preguntó Martín. ¿Le parece a usted imposible que los de Estella hagan una cosa buena? preguntó riendo el extranjero. ¡Qué yo!

Es indudable que nuestro interés egoísta debería llevarnos a falta de virtud a ser hospitalarios. Ha tiempo que la suprema necesidad de colmar el vacío moral del desierto, hizo decir a un publicista ilustre que, en América, gobernar es poblar. Pero esta fórmula famosa encierra una verdad contra cuya estrecha interpretación es necesario prevenirse, porque conduciría a atribuir una incondicional eficacia civilizadora al valor cuantitativo de la muchedumbre. Gobernar es poblar, asimilando, en primer término; educando y seleccionando, después. Si la aparición y el florecimiento, en la sociedad, de las más elevadas actividades humanas, de las que determinan la alta cultura, requieren como condición indispensable la existencia de una población cuantiosa y densa, es precisamente porque esa importancia cuantitativa de la población, dando lugar a la más completa división del trabajo, posibilita la formación de fuertes elementos dirigentes que hagan efectivo el dominio de la calidad sobre el número. La multitud, la masa anónima, no es nada por misma. La multitud será un instrumento de barbarie o de civilización, según carezca o no del coeficiente de una alta dirección moral. Hay una verdad profunda en el fondo de la paradoja de

En cambio, el jugador sentado no importa que amontone algún dinero. La banca siempre tiene esperanzas de recuperarlo. ¡Hagan juego...! Los mirones encuentran floja la partida. Esto está aburridísimo dicen . No hay sangre... Algunos reconvienen a sus amigos. ¿Por qué juega usted a ese paño? Es absurdo...

Muchas veces usa también el demonio provocarlos contra los confinantes, ordenándoles que asalten sus Rancherías, hagan estragos en la gente y roben y saqueen sus haciendas; con lo cual están siempre en continuas revueltas.

Mas, porque no es bien que los caballeros hagan sus fechos de armas ascuras, como los salteadores y rufianes, esperemos el día, para que el sol vea nuestras obras. Y ha de ser condición de nuestra batalla que el vencido ha de quedar a la voluntad del vencedor, para que haga dél todo lo que quisiere, con tal que sea decente a caballero lo que se le ordenare.

27 sino para que sea [un] testimonio entre nosotros y vosotros, y entre los que vendrán después de nosotros, para que hagan el servicio del SE

Pero, aun con esto, es preciso que el administrador cele sobre el corregidor y todos los demás para que hagan algo, que, por más cuidado que ponga, nunca se trabaja ni aun la cuarta parte de lo que se pudiera; pues antes que salgan del pueblo dan regularmente las ocho de la mañana, y sólo a las nueve, o después, comienzan a trabajar, lo que ejecutan como forzados.

Tambien se ha dado licencia para que de aqui adelante se hagan comedias en los Teatros como las solia haver, las cuales dicen que se comenzarán á representar desde el lunes

Y puesto que no pueden oírnos, no podemos convencerlas. Esto no tiene vuelta de hoja. ESCIPIÓN. He aquí por qué os propongo el plan siguiente: Elijamos entre nosotros un parlamentario, con arreglo a nuestras costumbres de guerra, y propongamos a nuestras encantadoras enemigas que hagan lo mismo.

¿Aburrido?... ¿por parte de quién? ¿de Ricardo?... ¿o de ? No he dicho que ustedes hagan aburrido el tema, sino que lo es en mismo. ¿Por qué? Porque hablarán todo el día y todo el mes sin arribar a nada. ¡Quién sabe!... , ché... Lorenzo tiene razón; entre un materialista y un espiritualista como ... O como ... ¿Cómo yo? ¡Como y como todos!

Palabra del Dia

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