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Actualizado: 16 de julio de 2025
36 Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me haya enviado. 37 Y el que me envió, el Padre, él dio testimonio de mí. Ni nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su parecer. 38 Ni tenéis su palabra permaneciendo en vosotros; porque al que él envió, a éste vosotros no creéis.
Y al fin de aquesto, queriendo tener Inca Yupanqui todo respeto á su padre, aunque no le habia querido dar favor, le trujo delante dél todas las cosas que habeis oido, para que su padre dél rescibiese aquel servicio y aprendiese la posesion de los tales enemigos por sus vasallos, sujetados por capitan suyo.
Os habéis enlodado; id á mudaros á vuestra casa. Allí encontraréis á Juan Montiño... id con él acompañada á la comedia. ¡A la comedia! ¡Trabajar, fingir, con el corazón lleno de lágrimas! ¡y mostrarme serena y reir! Esa es la vida: sed una vez cómica... aprended á serlo, qué os importa. Este es vuestro manto... cubríos bien, hija. Este mi ferreruelo. ¿Os habéis cubierto? Sí.
Vos, ¡don villano ruin!, le dije yo, ¿por qué no sois biencriado? ¿"Manténgaos Dios", me habéis de decir, como si fuese quienquiera? De allí adelante, de aquí acullá me quitaba el bonete y hablaba como debía. "¿Y no es buena manera de saludar un hombre a otro, dije yo, decirle que le mantenga Dios?"
Por la lei de Moisen os rogamos i suplicamos tengais por bien de hacer ayuntamiento é inviarnos con toda brevedad la deliberacion que en ello habeis hecho. Chamorro, príncipe de los judíos en España.» =La misma carta en otro estilo.=
Capítulo XLII. Que trata de lo que más sucedió en la venta y de otras muchas cosas dignas de saberse Calló, en diciendo esto, el cautivo, a quien don Fernando dijo: -Por cierto, señor capitán, el modo con que habéis contado este estraño suceso ha sido tal, que iguala a la novedad y estrañeza del mesmo caso.
¡Oh señor -dijo don Antonio-, Dios os perdone el agravio que habéis hecho a todo el mundo en querer volver cuerdo al más gracioso loco que hay en él! ¿No veis, señor, que no podrá llegar el provecho que cause la cordura de don Quijote a lo que llega el gusto que da con sus desvaríos?
Se dice que estudiais secretos que no estan permitidos a la curiosidad del hombre, y que os habeis puesto en comunicacion con los habitantes de las oscuras moradas, y con la multitud de espiritus malignos que se hallan errantes en el valle al que da sombra el arbol de la muerte.
Al ponderar lo grato del recuerdo, suscitadle dudas sobre la existencia de este en su espíritu, y su correspondencia, ya con el acto pasado de ver, ya con el edificio visto; es bien seguro que si no piensa que os chanceais, le desconcertaréis completamente haciéndole sospechar que habeis perdido el juicio.
¿Por la ella del enredo? Sí; ¿cómo os ha ido con el rey? Me dejásteis temblando. Y allá se queda él confuso. ¿Tanto le habéis dicho? Al contrario, no le he dicho nada. Pero decidme, ¿por qué ansiais? Porque vayáis á ver al momento á doña Clara de Soldevilla. ¿A tan hermosa dama me enviáis? Vos podéis ir á ella sin que yo os envíe. Me estoy bien donde me quedo... ¿Llámame doña Clara? Sí.
Palabra del Dia
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