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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Quedóse profundamente abismado en su pensamiento el padre Aliaga. Guardó por un largo espacio silencio. ¡Juan de Guzmán dijo al fin , es amante de una aventurera de quien se valen ellos! ¡y además es amante de vuestra mujer! , señor. ¿Habéis dado algún escándalo en vuestra casa?

De este ser no me habló Pepe Guzmán. Y será capaz de decirme, cuando yo se le mencione a él, que es un saco de virtudes; y acaso tenga razón... ¿Cómo habrán podido amalgamarse dos naturalezas tan opuestas entre , como la del espectro y la de su marido, para formar un matrimonio ejemplar?... Porque yo vi señales de que aquél lo es.

Después pidió a Luz que le besara a él; y Luz, buscando lo más despejado de barbas en la mejilla más cercana a su boca, besó allí una, dos y hasta tres veces, y hasta mil hubiera besado sin satisfacer todavía el deseo del cortesano Guzmán, que más que de ello tenía entonces, por su cara dulzona y zarandeando la niña en el aire, de padrazo ramplón del vulgo pedestre.

¡Ah! es verdad que sabes que yo he matado á ese infame. Pues bien, tengo suerte; la justicia, no por qué ni cómo, ha encontrado daga en mano y sobre el cadáver de Guzmán á Montiño; me quito un muerto de encima. Pero tengo mis proyectos; necesito hablar al cocinero de su majestad. Conque la orden. Entra dijo el duque, á quien como sabemos tenía sujeto el bufón.

Pero León Guzmán, una vez sosegada la risa, pudo con maña retirarse un poco y entablar conversación aparte con Esperancita. Esto llenó de dolor y sobresanó a Ramón. Hacia días que venía observando que el conde de Agreda miraba con buenos ojos a su dueño adorado. Considerábale más temible que a Cobo, por ser hombre de brillante posición.

Guzmán llega mientras tanto á los reales de Almanzor, que se regocija extraordinariamente de tener á su servicio al caballero cristiano más valeroso y á su más formidable enemigo, y, aceptando la condición que se le impone, abandona el territorio español.

Antes de almorzar, envié, bajo sobre cerrado, una tarjeta a Pepe Guzmán, con el ruego de que no faltara por la noche a mi casa. Este trámite era del programa formado por . Un detalle que recuerdo bien: al escribir en la tarjeta lo poco que necesitaba, anduve tanteando fórmulas hasta encontrar una en que no se diera tratamiento alguno a mi amigo. ¡Y de qué buena gana le hubiera tuteado!

FERRANDO. Y que está tan enamorada de aquel trovador que en tiempos de antaño venía a quitarnos el sueño por la noche con su cántico sempiterno. GUZMÁN. Y que viene todavía. JIMENO. ¿Cómo! ¿Pues no dicen que está con el Conde de Urgel, que en mala hora naciera, ayudándole a conquistar la corona de Aragón? GUZMÁN. Pues a pesar de eso...

No soy su administrador, sino su ayuda de cámara. ¿Viaja por negocios? No creo que los tenga. ¿Viaja por su salud? La tiene muy buena. ¿Viaja de incógnito? No, señor: con su nombre y apellido. ¿Y se llama?... Don Carlos de la Cerda ¡Ilustre nombre, por cierto! exclamó el pintor. El mío es Pedro de Guzmán dijo el criado , y soy muy servidor de ustedes.

FERRANDO. ¡Del trovador! GUZMÁN. Del mismo; estaba en el jardín. Allí, dijo don Nuño con un acento terrible, allí estará también ella; y bajó furioso la escalera.

Palabra del Dia

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