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Actualizado: 20 de junio de 2025


Materne hizo el disparo; mas cuando puso la culata en el suelo y miró, nada había cambiado. ¡Es curioso cómo la edad acorta la vista! dijo el cazador. ¡Usted corto de vista! exclamó Kasper ; ¡desde los Vosgos a Suiza no hay nadie que pueda hacer un blanco a doscientos metros mejor que usted! El anciano guardabosque lo sabía perfectamente; pero no quería desanimar a los demás.

El guardabosque se había repuesto de su sorpresa, pero seguía mirándome fijamente, con expresión de intensa curiosidad no exenta de amenaza. Buenas noches le dije. Buenas noches, señor murmuró, observándome sin cesar, hasta que la rubia exclamó con gran risa: ¡, míralo bien, Juan; es tu color favorito!

"Y cuarto: Que poco antes de vísperas, el día de Santiago Apóstol, se vió al citado Tristán en el camino de Vernel, en conversación con una mujer, la llamada María Soley, hija del guardabosque de este nombre.

Y no había éste acabado de pronunciar tales palabras cuando una sábana inmensa de fuego extendió sus dos alas rojas de una a otra montaña, iluminando los bosques hasta las copas de los árboles, las peñas y la casita del guardabosque, situada a mil quinientos metros más abajo; después se oyó una detonación tan fuerte, que la tierra se estremeció hasta sus entrañas.

Está bien, mujer. En dos minutos me pongo la blusa y estoy listo. La señora va a casa de Federico Bergams. Eso te parecerá raro, ¿verdad? Nada de eso. Poco me importa donde me mande la condesa respondió el guardabosque, listo para partir. Un momento dijo Catalina . El mensaje que la señora va a cumplir, es un secreto.

En aquel instante apareció en la puerta la madre de Juan el guardabosque. Permaneció allí algunos momentos y sin manifestar la menor sorpresa nos volvió la espalda y se alejó por el corredor. ¿Habrá oído? preguntó Tarlein. ¡Yo le cerraré la boca! dijo Sarto con siniestro acento; y salió llevándose el cuerpo inerte del Rey.

A un observador inteligente habríanle llamado la atención las miradas audazmente cínicas que su mujer le lanzaba, y el desagrado con qué el barón procuraba evitarlas. El 28 de noviembre era el día señalado para la partida del capitán. Ese día no hubo caza. El señor de Maurescamp había ido esa mañana a vigilar las reparaciones que se hacían en el pabellón del guardabosque.

Era el Duque, en efecto; y con él un robusto gañán a quien yo conocía y que más tarde aprendió a conocerme a más de lo que hubiera querido; era Máximo Holf, hermano de Juan el guardabosque y criado de Su Alteza. Se hallaban frente a nosotros; el Duque detuvo su caballo y vi que el dedo de Sarto acariciaba el gatillo de su arma.

Me sentía débil y fatigado, pero Tarlein se apresuró a darme la buena noticia de que mi herida curaría pronto y que entretanto todo iba bien, pues Juan el guardabosque había caído en el lazo que le tendimos y se hallaba en nuestro poder. Y lo más raro es continuó Tarlein, que no parece muy contrariado de verse aquí.

Lo atravesé, eché a andar entre los arbustos y las zarzas hasta que... La llegada del guardabosque interrumpió su explicación. Andrés descansó despacio la culata de su fusil en el suelo, y dijo: Señora, estoy pronto; cuando gustéis. En la puerta las dos mujeres se abrazaron y cambiaron algunas palabras más; después Marta siguió al guarda a través del bosque.

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