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Actualizado: 2 de julio de 2025
Los Abipoues, los Tobas, los Chiriguanos, los Juracares, vagan ahora, como vagaban en los primeros años de la conquista, por los hermosos campos que se desplegan desde las orillas del Paraná, hasta las fuentes del Mamoré y del Guapay.
Principia el P. Caballero las Misiones de los Zibacas II 28 Principio, fundación y progresos de las Misiones de los PP. de la Compañía de Jesús en el Paraguay I 17 Profecías del apóstol San Francisco Solano II 235 Progresos de las Misiones de los PP. Zea y Centeno en las márgenes del río Guapay I 39 Progresos y aumentos de otras reducciones en los años de 1717 y 1718 II 191
A que no pudiendo replicar el P. Fernández, esperó mejor tiempo para lograr sus deseos: y por estar ya á los fines de Diciembre y cerrados los caminos con las lluvias, se quedó en Tarija, confirmado en el gobierno de aquellas Misiones; y el año siguiente de 1707 volvió á ellas con otros dos operarios, el P. Pablo Restivo, siciliano, Misionero antiguo de los Guaranís, y el P. Juan Bautista de Zea con el oficio de Visitador, en nombre del Provincial, el cual pensaba abrir nuevo camino, porque había recibido orden el P. Felipe Suárez que desde el pueblo de San Joseph, allanase el camino, costeando el río San Miguel, porque se ahorraban muchas jornadas de viaje y se libraban de los vados peligrosos del río Guapay y por aquí habían ido antiguamente los Chiriguanás á caza de indios Penoquís, aunque les salió mal esta invasión, porque cogidos de los Penoquís en una emboscada, los pasaron á todos un palo por las entrañas, y así traspasados los levantaron en el aire y los pusieron á los lados del camino para muestra de lo que harían con otros si se moviesen á cosa semejante.
Bañan á esta provincia de Chiquitos dos ríos: uno el Guapay, que naciendo en las montañas de Chuquisaca baja por una llanura abierta por junto á un pueblo de los Chiriguanás llamado Abapó, y corriendo hacia Oriente, ciñe á lo largo en forma de media luna, á Santa Cruz de la Sierra; y tirando de aquí entre Septentrión y Poniente, riega y baña las llanuras que están á la falda por ambas partes; y finalmente desagua en la laguna Mamoré, en cuya costa están fundados algunos pueblos, ya cristianos, de los Moxos.
En ellos tienen su nacimiento tres grandes ríos, el Bermejo, el Pilcomayo y el Guapay, que bañan las campañas que están sitas á la falda, por una y otra parte de ambos montes, y de allí, atravesando un casi inmenso espacio de tierra, desembocan en el río Paraguay.
Pusiéronle á cuidar de la Reducción de Nuestra Señora del Guapay, donde estuvo dos años, logrando más frutos de paciencia, hambre, sed, befas y escarnios de los infieles que almas para Cristo, por ser los Chiriguanás gente bárbara, sobremanera obstinada, á quien ni amedrentan los castigos ni los beneficios domestican, pues habiendo usado Dios Nuestro Señor con ellos de ambos medios, ya procurando atraerlos con milagros y con el fervor de varones apostólicos, ya asombrándoles con tempestades furiosas y rayos del cielo, y con la carestía y pestilencia de la tierra, perseveran protervos en su obstinación.
Poco después de esta mudanza, deseosos los bárbaros de tener algunas herramientas, pasando el Guapay se ponían en celada escondidos en las matas, y aguardando la ocasión de la noche, asaltaban los villajes á los españoles, robando cuantos más cuchillos, hachas, azadones y otros pedazos de hierro podían, sin causar otro daño; pero como creciendo la codicia en los bárbaros creciese también la audacia, se atrevieron á coger á los campesinos, y matarlos á su salvo.
Partieron, pues, del Guapay con Tambacurá á Santa Cruz, donde recibidos con mucha cortesanía del gobernador don Agustín de Arce piísimo caballero, alcanzaron por merced y gracia la vida de aquel pobre hombre, que de otra manera lo hubiera pasado muy mal.
Y con esto, despedidos del gobernador dieron la vuelta. Al pasar el río Guapay, de vuelta para Tarija, les cercaron una gran multitud de infieles, rogándoles fundasen una Reducción en aquel paraje para cuidar y atender al bien de sus almas, que les daban palabra que en breve abrazarían todos la ley de Cristo.
Finalmente, padecidos no pocos ni ligeros peligros de perecer, llegaron al río Guapay, donde fueron recibidos de sus moradores con increíbles finezas, y los Caciques Manguta y Fayo les suplicaron vivamente se quedasen en aquel paraje para instruirlos en los misterios de nuestra Santa Fe y enseñarles el camino del cielo.
Palabra del Dia
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