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Actualizado: 6 de junio de 2025


M. Arago. Ingratitud. Caridad española. El Archipiélago de Marianas lo compone una cordillera de islas, enclavadas en el gran Océano Pacfico. Corren de Sur á Norte, desde la principal llamada Guajan, residencia del Gobernador y demás autoridades.

Marianas en el siglo XVIII. La misión dirigida por el Padre San Vítores desembarcó en la isla de Guajan, estableciéndose en el pueblo de Agaña, en donde inmediatamente principió su obra de conversión.

En uno de los límites de la isla de Guajan en su extremo Norte, existe enclavada en un seno madrepórico de coral una peña, á cuya granítica masa tajada á pico, constantemente azotan las ondas del gran Pacífico; el conjunto de panoramas que se desarrollan ante la vista del que contempla aquellos desiertos lugares, desde luego le predisponen á la meditación, queriendo descubrir alguna huella á quien interrogar sobre aquel coloso calizo que se eleva en medio de las embravecidas ondas, y del cual se separa el natural con el supersticioso temor de un testigo que ha presenciado sangrientos episodios, que ni la mano destructora del tiempo ha podido borrar de la mente que lo trasmite, ni el mudo, pero elocuente lenguaje de la peña que lo atestigua.

El suelo de Guajan mineralógicamente considerado, presenta poquísima importancia: sin embargo, algunos pozos se han abierto ante la presencia de capas carboníferas de mineral bastante bueno.

Al llegar á Marianas en el año 1678 D. Juan Antonio de Salas, su segundo Gobernador, se hicieron exploraciones en el puerto, se situaron lugares seguros de anclaje, y se desembarcaron refuerzos; con estos y con la inteligencia, tanto de Salas como de su sucesor D. José Quiroga, se logró reducir, no solo la isla de Guajan, sino las que aún quedaban revueltas al Norte.

E. del meridiano de San Fernando; mide unas 32 millas de longitud en su mayor extensión de Sudoeste á Nordeste, variando en razón á su configuración la latitud entre cuatro á nueve, y componiendo su total bojeo de 190 á 200. En el término medio del panorama que presenta la isla de Guajan hay un istmo, el cual divide la isla en dos penínsulas.

En estas se reflejaron bien pronto los mismos males por que estaba pasando Guajan, haciéndose los trabajos con grandísimo riesgo.

¡Llevábamos treinta y tres días de navegación, y escasamente habíamos andado 23°. Para estar á la vista de Guaján, nos restaba unas 120 millas. Los víveres iban escaseando, y el agua había que refrescarla constantemente con la que se recogía de los aguaceros, tan comunes en aquellas latitudes.

Al de Guajan, punto al que llevábamos la proa, es adonde nosotros deseábamos llegar, pero ... faltaban ciento veinte millas. Por último, como todo tiene su fin, y sin más accidente que sea de contar, llegaron las primeras horas de la tarde del diez y siete en que la voz de ¡tierra! se oyó del castillo de proa.

El ruido que paulatinamente se va disipando á medida que la ola va rodando sobre un lecho de menuda arena, en Guajan es desconocido; allí el ruido es atronador é imponente; allí, las masas de agua empujadas por las grandes marejadas llegan compactas, no á una superficie igual, sino á cordilleras inmensas de arrecifes, que presentan en las sinuosidades y desigualdades de sus configuraciones, otros tantos obstáculos, que dividen la ola en infinidad de partes, originando los huecos que presentan las múltiples ramificaciones madrepóricas, imponentes ruidos que repite el eco de cavidad en cavidad.

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