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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Por el contrario, han existido escritores que, sin poseer un talento soberano ni alcanzar el grado excelso de la inspiración poética que se denomina genio, lograron inmortalizarse merced á un hallazgo afortunado.

Estos son pensé, los preliminares del matrimonio... del santo matrimonio cristiano... ¿Dónde está usted, monseñor Dupanloup?... Resuelta, a pesar de estas terribles reflexiones, a afrontar las necesidades de mi no menos terrible situación de joven casadera, me presté de buen grado a los preliminares de ese comienzo de acuerdo entre dos almas... ¡Dos almas!... ¡Qué ironía!...

Ya os oigo decir, amados míos, que estas cacerías, lejos de fortificar al hombre, le desmedran y embrutecen. Tan claro es eso como el agua; pero nuestro vigoroso Pez no había llegado aún, cuando le conocimos, al grado de envilecimiento que es el término de las pasiones locas. Su vicio era todavía un vicio del corazón, intervenido con la fantasía.

Dijo que era andaluz, y que su desventura lo traía a tal punto que se hallaba sin pan ni hogar. Los vástagos de la hija de Pachacutec le acordaron de buen grado la hospitalidad que demandaba. Así transcurrieron pocos meses. La familia se ocupaba en la cría de ganado y en el comercio de lanas, sirviéndola el huésped muy útilmente.

Y eso que en Sarrió en el transcurso de tres años, se había alcanzado aquel grado de perfección con que don Rosendo soñaba; esto es, no existía la vida privada. Los actos de los vecinos, aun los de índole más íntima y secreta, salían a luz en la prensa, se comentaban, se censuraban, se ponían en ridículo. Nadie estaba seguro en el tabernáculo de su hogar.

Sin ser la cosa para tanta ponderación, es innegable que la madre naturaleza no la había escaseado los dones que más seducen y alucinan a los hombres de escogidos gustos, y más provocan las rivalidades y antipatías entre las mujeres que carecen de ellos, o no los poseen en tan alto grado. De ambos efectos tuvo copiosas pruebas.

D. José Salamanca tiene el sentimiento de la naturaleza; lo tiene realmente, y esto no puede menos de suceder, cuando tiene, en alto grado, el sentimiento de la forma. D. José Salamanca es artista sin saberlo. Por eso ama la luz, los campos, los árboles, las flores, los perfumes, los rios: por eso sus quintas son las más poéticas que hay en España.

Para ello tuvo necesidad de quedarse un poco rezagada, y yo, claro está, interesadísimo también por el niño, me quedé a su lado. Terminado el previo y provisional aseo, la hermana le prometió darle dos almendras si se venía con ella a casa, y Perico, de buen grado, consintió en perder de vista sus lares por algunos minutos.

Las cejas se fruncían: las negras pupilas despedían miradas cada vez más duras y tristes. El doctor levantó al fin la cabeza, y preguntó fríamente: ¿Qué médico le ha dicho a usted que estaba en segundo grado de tisis? Ninguno repuso el enfermo con la misma frialdad. El anciano se puso en pie vivamente, y le miró lleno de estupor. Después se santiguó exclamando: ¡Jesús qué atrocidad!

No es por cierto mi intención trazar aquí un bosquejo histórico de la literatura colombiana, bien conocida en América y apreciada en alto grado por los críticos más ilustrados de la madre patria. Colombia ha producido, desde los primeros días de su vida independiente hasta hoy, poetas galanos, prosistas pensadores y hombres de ciencia, de los que con justo título está orgullosa.

Palabra del Dia

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