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Actualizado: 22 de junio de 2025


Al pie del cartel encontró otro nombre: «El rey de las praderas». ¡Ah, ! Este era el apodo de un artista americano llamado Gould, que había obtenido una celebridad universal interpretando el papel de cow-boy vengador y caballeresco en un sinnúmero de dramas cinematográficos cuya acción se desarrollaba, invariablemente, á través de las llanuras del Sur de los Estados Unidos.

¡Todo mentira!... Tendré que rehacer mi existencia con otro. Y empezó á pensar en África y en los continuadores de las cacerías de Roosevelt. Al llegar á Nueva York, los periódicos hablaron de Mina por ser la esposa del célebre Gould.

Lionel Gould un nombre de teatro había sido estudiante; pero su afición á la vida intensa y á las novelas de aventuras le hicieron abandonar la casa de sus padres á los diez y siete años, yéndose á Texas para llevar la existencia ruda de los cow-boys que tantas veces había admirado en los libros. A los veintidós años, otro cambio de aficiones.

Un gran contento físico vino á confundirse, además, con este amor admirativo. Gould estaba harto de sus compañeras de trabajo. Un convencionalismo de la cinematografía americana, inventado no se sabe por quién, exige que todos los actores sean grandes, y las artistas, liliputienses.

Se lanzaron á viajar por el mundo. Ella exigió que Lionel abandonase el arte cinematográfico. Más adelante, ¿quién sabe?... Un hombre célebre se debe á su celebridad. Pero, por el momento, «El rey de las praderas» debía ser para ella únicamente. La vida conyugal no le trajo ninguna decepción. El célebre Gould fué, al mismo tiempo, un marido enamorado y un servidor respetuoso.

Un hombre aparecía en él á caballo, con la cara afeitada, gran sombrero, un pañuelo rojo sobre los hombros y dos revólveres en la cintura. Era una reproducción algo teatral de los jinetes que ella había conocido en su infancia. Encima de esta figura vió un nombre: «Lionel Gould». No era nuevo para ella; lo había oído alguna vez.

Ella fué la que tomó la iniciativa, sabiendo que «El rey de las praderas» se mostraba tímido en su presencia, quedando como adormecido bajo el poder de sus ojos. Ya estoy cansada de ser miss Craven. Ahora deseo ser mistress Gould. ¿Está usted conforme, Lionel? Aunque él hubiese dicho que no, Mina habría preparado lo mismo el matrimonio.

Palabra del Dia

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