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Actualizado: 25 de julio de 2025


Las diez y siete galeras de genoveses no osaron volver á Constantinopla, aunque la necesidad y falta de gente les pudiera obligar, pero temiendo la indignacion de Andronico, y la insolencia de los Griegos, desembocaron el estrecho y fueron la vuelta de Italia, llevando en ellas á Demetrio. Las otras siete galeras gobernadas por Mandriol, vueltas á Constantinopla avisaron á Andronico del suceso.

Sus mercaderes eran audaces para la navegación, ásperos para la ganancia, prontos para la pelea. Tal vez por ser los genoveses de igual carácter y sus vecinos más inmediatos, rompían con ellos.

Ramon Montaner visto el daño que habian recibido los Genoveses, y que ya no tenian dardos que tirar, sus escuadrones desechos, la mayor parte heridos, los demas cansados y rendidos al rigor del combate, y del tiempo, por ser el mes de Julio poco después del medio dia, con cien hombres, y seis caballos, sin armas defensivas por ir mas sueltos, salió á pelear.

Subió á caballo, y con dos hijos que tenia, caminando siempre entre enemigos, llegó á los jardines que están pegados á Constantinopla, donde luego la suerte le puso entre manos un padre y un hijo mercaderes Genoveses. Hizolos prisioneros, y dió con ellos en Galípoli sin que persona alguna se lo estorbase, con haber veinte y cinco leguas de retirada.

Tan conforme estoy contigo en lo esencial dijo Morsamor que tu sermón es inútil porque predicas a un convertido. Antes que todo y sobre todo yo quiero gloria y harto sabes cuan dispuesto y apercibido estoy a buscarla. Concertado lo tengo todo con los ricos mercaderes genoveses Gabriel Adorno y Gaspar Salvago.

En competencia con ellos y movidos por idéntico impulso, los portugueses habían persistido en su casi secular empeño de navegar hasta el extremo Sur de África, de ir más allá navegando, y de llegar a la India y de apoderarse allí del comercio, y de la riqueza de que hasta entonces habían gozado árabes, persas, venecianos y genoveses.

Entre el mayor placer y gusto por la boda, sucedió un alboroto y pendencia entre Catalanes y Genoveses, que casi fué batalla muy sangrienta, nacida como muchas veces acontece de pequeña causa, y aunque Pachimerio dice, que fué sobre la cobranza de los veinte mil ducados que prestaron á Roger en Sicilia, y que por sosegarlos ofreció el Emperador de pagarlos, pero la más cierta ocasion de la pendencia fué, que un Almugavar discurriendo por la ciudad dió ocasion á dos Genoveses, viéndole solo, que se burlasen con mucha risa de su traje, y figura; pero el ánimo militar del Almugavar mal sufrido en los donaires y motes cortesanos, mas osado de manos que de lengua, les acometió con la espada, y travó la pendencia.

Los genoveses, viudo el uno y solterón el otro, aunque eran ambos de edad provecta, enemigos del escándalo y muy inclinados a la devoción, gustaban de echar de vez en cuando una cana al aire, sin perder su grave circunspección y con la debida cautela.

Pero si este daño recibieron las letras en España por la intolerancia religiosa de los Reyes Católicos, i por su injusto proceder contra los judíos, no padeció menos el comercio, i detrás de él todo el reino, con su espulsion i con la venida de los genoveses i otros estranjeros á establecer sus casas para tratar i contratar: las cuales por lo comun eran dependientes de las que estaban en las mas principales ciudades mercantiles de Italia i otras partes: de donde vinieron á resultar gravisimos daños.

¡Qué puede esperarse de extranjeros, de gringos que carecen de fervor político y no son del partido!... Es natural, tratándose de dos capitanes genoveses. Pero él y Morales, con su agilidad de hijos de la selva, saltaron en el vacío negro, cayendo precisamente sobre el borde de la cubierta fugitiva.

Palabra del Dia

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