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Actualizado: 14 de julio de 2025
Nací en las playas de Galicia, señor, y Dios, sin duda para probarme, me dió esta funesta hermosura. ¡Vuestros padres fueron pobres!
Eran pues sin pensarlo los genios de la Italia en el décimosexto siglo los mas poderosos auxiliares de la funesta emancipacion religiosa.
PANTOJA. A marcarle sus caminos, a señalarle fines elevados... EVARISTA. Derecho que implica deberes inexcusables... PANTOJA. ¡Oh! ¡Cuánto agradezco a usted que así lo reconozca, amiga del alma! ¡Yo temía que mi confidencia de anoche, historia funesta que ennegrece los mejores años de mi vida, me haría perder su estimación! EVARISTA. No, amigo mío.
Con toda la finura y dignidad de su carácter, con toda la cortesía de su educación y toda la tiesura de su embalsamado cuerpo expresó sus sentimientos, diciendo que aquel caso de liberalidad debía agradecerse más en una época funesta ¡ay! en que habían desaparecido, por completo los caballeros. Partieron a los Cigarrales. Allí trascurrían dulces y lentas las horas.
Pues señor, como decía, diose a Renovales un pequeño cuerpo de ejército, y en este cuerpo de ejército me incluyeron a mí, obligándome, casi enfermo todavía, a seguir al loco guerrillero en su más loca expedición. Obedecí y embarqueme con él, despidiéndome de mis amigos. ¡Oh, qué aventura tan penosa, tan desairada, tan funesta, tan estéril!
iMortal rebelde! ?eres tu el magico que se atrevio a arrojarse al mundo invisible y hacerte casi nuestro igual? ?eres tu el que quieres conservar una vida que te ha sido tan funesta? Espiritu impostor, mientes; se que ha llegado la ultima hora de mi vida y no quisiera retardarla un momento. No lucho contra la muerte y si contra ti y contra los angeles de tu sequito.
El alma de Ti-Chin-Fú debe conocer bien el Imperio, y eso no le satisfaría. ¿Y si yo emplease parte de la fortuna del viejo en hacer particularmente, como filántropo, largas distribuciones de arroz al populacho hambriento? Es una idea. Funesta dijo el general, frunciendo horriblemente el entrecejo.
Ya el Rey, en dos ocasiones, y sin motivo alguno, había querido atentar contra su vida, y a pesar de la desesperación de la Reina y de las exhortaciones del padre Anastasio, confesor de Su Majestad, todo hacía temer que nuestro augusto señor no había abandonado la funesta manía que había de consumar su perdición en este mundo y en el otro.
Pero con la caída de ese monstruo, entraremos por lo menos en el camino que conduce a porvenir tan bello, en lugar de que bajo su funesta impulsión nos alejamos más y más cada día, y vamos a pasos agigantados retrocediendo a la barbarie, a la desmoralización y a la pobreza.
Lo convencional, lo falso, lo amanerado no es doctrina de ninguna escuela, sino práctica funesta y viciosa de muchos artistas, que pueden caer en ella hasta por el camino del naturalismo. La cuestión, evidentemente, no está puesta ni puede ponerse entre la verdad de un lado y la falsedad de otro.
Palabra del Dia
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