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Actualizado: 12 de junio de 2025
Pero además de esos forasteros que voluntariamente ó por fuerza visitan las regiones del silencio y de la muerte, existen indígenas que se encuentran allí realmente en su casa, sin que les parezca demasiado frío el aire ó demasiado helado el suelo.
Por lo cual, con sapientísimo y prudentísimo acuerdo, los primeros operarios de esta provincia se procuraron apartar lejos de las ciudades, buscando para sembrar el Evangelio provincias remotas, si no del comercio, á lo menos de la habitación de los forasteros, para que éstos no deshiciesen con su mal ejemplo lo que ellos hacían con su predicación.
Ese gran concurso de forasteros y la belleza de las sevillanas han dado lugar á un desarrollo alarmante de la corrupcion. Debo limitarme á indicar el hecho, porque el asunto no permite comentarios ni explicaciones. Ese mal es el cáncer de las grandes ciudades españolas.
Sorprendida y asustada la turba por aquella súbita e imprevista intervención, retrocedió no poco, dejando despejado un largo trecho en torno de los forasteros inermes, delante de los cuales se pusieron prontos a defenderlos los otros dos forasteros a caballo.
La cocina se encuentra a la izquierda de este corredor, y su puerta, continuamente abierta, permite ver una mesa de encina y en torno de ella algunos bancos. A cualquier hora del día se encuentran sentados en ellos labradores de la casa o forasteros que comen pan y queso, y beben vino alegremente.
Los historiadores de aquel tiempo, los oradores y poetas, agotaron los raudales de su elocuencia describiendo aquellas maravillas. Cuantos forasteros las visitaban en los dias de Al-hakem, cuando ya la nueva ciudad habia llegado á su apogeo, confesaban no haber otras semejantes en los vastos dominios del Islam.
Hombres, mujeres y chiquillos cayeron sobre los dos, al parecer forasteros y judíos, y sin duda los hubieran despedazado, si no acuden muy a tiempo Miguel de Zuheros y Tiburcio, abriéndose paso por entre la alborotada y amontonada muchedumbre y sacudiendo golpes sobre ella, con las espadas desnudas, aunque procurando que fuese de plano, para no causar heridas ni muertes.
El silencio con que acogían su victoria molestábales más aún que los gritos irónicos de algunos forasteros, que parodiaban la fanfarronería de los bilbaínos, ofreciendo un duro por un real, en favor del guipuzcoano. Terminó la lucha sin la explosión de entusiasmo que esperaba Aresti.
Entre la gente que baila y brujulea, se halla la gran mayoría de los forasteros que á la sazón residen en la ciudad; con lo cual queda dicho que el salón campestre, en los quince años que cuenta de vida, hase visto hollado por los pies más insignes que en aristocracia, belleza, política, ciencias, artes, literatura, armas ... y tauromaquia, ha producido y sostiene el suelo español.
¡Hola, señor cura!... ¡Doña Rita, doña Rita!... ¡Vamos, despáchense ustedes, carambita, que traigo forasteros! principió a gritar Celesto, aplicando al propio tiempo rudos golpes a la parte inferior de la puerta, que era la que estaba cerrada. Casi al mismo tiempo aparecían en el corredor y en la puerta respectivamente el cura de Riofrío y su ama.
Palabra del Dia
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