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Actualizado: 19 de mayo de 2025


No es fácil, no, que el ideal sucumba bajo la acción del tiempo o la violencia, pues, como el trigo de la egipcia tumba, en contiene secular potencia. Y ha de surgir en el futuro ignoto, llevado a plenitud por el destino, como la flor del legendario loco, como el cofre del Padre Florentino;

Desgraciadamente, doña Victorina estaba allí, doña Victorina que cogía para al joven para pedirle noticias de don Tiburcio. Isagani se había encargado de descubrir su escondite valiéndose de los estudiantes que conocía. Ninguno me ha sabido dar razon hasta ahora, respondía y decía la verdad, porque don Tiburcio estaba escondido precisamente en casa del mismo tío del joven, el P. Florentino.

En su rostro triste y serio se leía la tranquilidad del alma fortalecida por el estudio y la meditacion y acaso puesta á prueba por íntimos sufrimientos morales. Aquel clérigo era el P. Florentino, el tío de Isagani y su historia se reduce á muy poco.

Vaciló unos instantes, mas, pronto, tomando una determinacion, descendió con ella las escaleras, se fué á la roca donde Isagani solía sentarse para escudriñar el fondo del mar. El P. Florentino miró á sus piés.

Pero, no le aconsejaría que fuera de noche a ese barrio, porque hay allí algunos tipos muy malos. El hecho es expliqué, que he venido expresamente a cerciorarme de algunos datos referentes a ese individuo. Entonces, no lo haga usted en persona fue el consejo de mi amigo. Emplee a alguno que sea florentino.

El P. Florentino sintió que el enfermo le cogía la mano y se la estrechaba; calló entonces esperando que hablase, pero solo sintió dos apretones más oyó un suspiro y largo silencio reinó en la estancia.

Notas largas, llenas, plañideras como las de una plegaria sin dejar de ser varoniles, se escapaban del viejo instrumento; el P. Florentino que era un acabado músico, improvisaba y como se encontraba solo, daba rienda suelta á las tristezas de su corazon. En efecto, el anciano estaba muy triste. Su buen amigo, don Tiburcio de Espadaña, acababa de dejarle huyendo de la persecucion de su mujer.

Le di permiso a Carlini para que fumara, y, sentado en un sillón bajo, pronto el viejo me llenó la pieza con el fuerte humo y olor de su cigarro barato, a la vez que me refería los más minuciosos detalles de todo lo que había conseguido saber en ese miserable barrio florentino. El lazo secreto que había unido a Burton Blair con este misterioso italiano, era un problema que no podía resolverse.

Para derramar más luz sobre este punto por medio de analogías, sacadas del dominio de las artes del diseño, recordaremos que Miguel Angel, en su Juicio final, no sólo tomó aislados motivos artísticos, sino figuras enteras del gran cuadro de Lucas Signorelli de Orvieto; sábese también que las dos primeras figuras de padres de Rafael, en las logias, están copiadas del célebre fresco de Masaccio, como el San Pablo, de los tapices, es también del mismo antiguo pintor florentino, y que á otros muchos, y sus predecesores y coetáneos, ha imitado aquel pintor, el primero de todos, y esto de obras en general muy conocidas; de manera que no podían hacerse la ilusión de que había de pasar desapercibido.

Entre ellos estaba Florentino González, cuyos restos reposan hoy en suelo argentino. La intrepidez de la soberbia Manuela, la querida de Bolívar, cerrando con su cuerpo el paso a los conjurados, y las ideas caballerescas de éstos, que les impedían matar una mujer, salvaron la vida del Libertador.

Palabra del Dia

hociquea

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