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Actualizado: 21 de julio de 2025
Del filipino céfiro amoroso, Que atrae candencioso Mil íntimas fruiciones infinitas... Vértigo voluptuoso De sonrisas, caricias y murmullo Que vibran de una flor en el capullo. El tronco de esa planta legendaria Viste el tul que en la selva solitaria La quietud simboliza Y el frío del olvido cristaliza.
Sólo Madrí, que a ese se le acaba la ganga, ya no nos chupará la sustancia; se va a hacer una cosa magnífica, que se llama descentralizar; y veremos cómo después se le baja el orgullo a la Corte. ¡Si es inicuo y absolutista lo que está pasando! Aquí no nos mandan, voy a poner por caso, sino tabaco de segunda, filipino para eso, espérelo usted un mes o dos.
No hay un filipino capaz de razonar que no vea y comprenda la colosal transformación que todo nuestro pueblo ha experimentado en virtud de esa educación laica.
Dos años antes de su óbito publicó el libro primero y único de su Romancero filipino, obra hermosa y definitiva. La dedicó al general Despujols, capitán general de las islas. Este y Gutiérrez de la Vega, director general de Administración, y Mecenas de Romero, lograron que el Estado adquiriera, con destino a las escuelas, buen golpe de ejemplares.
¿Se había olvidado ya el General Otis del favor que el ejército filipino le dispensara, cediéndole á él y á sus fuerzas, los arrabales y blockhaus que con tantos sacrificios se tomaron?
Con lo dicho hay bastante para explicar el origen de la inmoralidad, la verdadera causa de la predisposición al vicio, la ausencia del sentido de responsabilidad, la explicación natural de ese carácter incomprensible formado de una mezcla de sentimientos encontrados que los misioneros han atribuido al filipino, indio, español y chino, influidos todos por el espíritu nocivo que informa toda esa literatura completamente perturbadora de la razón.
Si nos fundáramos en razones lingüísticas para dar nombres á las diferentes agrupaciones de hombres, el numero de las llamadas razas filipinas, con ser bastante crecido, no llegaría sin embargo á la cifra que hoy alcanza y que el profesor Blumentritt ha tenido la paciente labor de reunir en un folleto por orden alfabetico, publicado en español, con el título de «Las razas del archipiélago filipino.»
Aunque siempre con aficiones literarias, no comenzó a lucir como poeta hasta el cese de la soberanía española. A partir de 1898, consagróse al periodismo. Dirigió "El Renacimiento", diario filipino, nacionalista, escrito en castellano. Usó el pseudónimo Belisario Rosas. En 1907 fué elegido diputado. Ultimamente era secretario del Senado. Es correspondiente de la Real Academia Española.
Se veía, pues, la intención de zaherir y de ridiculizar directamente al Gobierno filipino para provocar la lucha, siendo de notar que este acto, ya no era de la soldadesca, sino del mismo General Otis, á cuya política imperialista no convenía la llegada de la Comisión civil; y mucho menos, que encontrara á Filipinas en estado de paz, porque era evidente para dicho General como, para todo el mundo, que los filipinos se hubieran entendido y arreglado amistosamente con la citada Comisión, si hubiera ésta llegado y alcanzado el estado de paz.
Carman, una carta, invitando al Gobierno filipino á que enviara una Comisión para entenderse con otra de americanos, sobre un arreglo amistoso entre ambas partes; y aunque no confiaba en la sinceridad de los amistosos propósitos de dicho General, cuya decidida intención de impedir que la Comisión alcanzara el estado de paz, era ya probada, accedí, sin embargo á la citada invitación, tanto porque la vi oficialmente confirmada en órden de 9 de Enero, dada por el indicado General, como para demostrar ante el mundo, mis evidentes deseos de conservar la paz y amistad con los Estados Unidos, solemnemente pactados con el almirante Dewey.
Palabra del Dia
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