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Actualizado: 20 de octubre de 2025
Aquel fervoroso panegírico de las lágrimas ahuyentó el temor de su pecho. Al considerar la bondad inagotable de Jesucristo, que después de haber sufrido tanto y haber derramado su preciosa sangre por nosotros, olvida a cada instante las mayores ofensas con sólo presentarse a él arrepentido, la conmovió hasta lo último.
Fray Miguel había ya oído hablar con horror y sabía las audacias del fraile Martín Lutero y sus propósitos infernales; pero, en el fervoroso espíritu de Fray Miguel, estaba ya la convicción profunda de que Dios había suscitado en España un gigantesco contrario al sajón heresiarca para arrebatarle sus conquistas.
Y sin embargo el fervoroso entusiasmo de Al-hakem encuentra todavía nuevos medios de embellecimiento: resuelve prolongar las once naves ciento cincuenta piés más hácia el mediodia, construyendo un santuario que no tenga igual en el orbe.
Reprendióles el fervoroso Misionero, con celo ardiente, su poca fe, y con el ejemplo del Mapono, llevado vivo por el demonio al infierno, les hizo conocer claramente que no era otra su intención que hacerles perder de una vez el cuerpo y alma.
¿Comprende usted ahora, pregunté al ingeniero, la importancia de la pintura de Horacio Vernet? ¿Comprende usted ahora la importancia, el carácter profundo y el profundo sentido histórico de ese gran pintor? Sí señor, ahora lo comprendo. A renglon seguido me preguntó cuándo nos veriamos; le ofrecí visitarle; se despidió con un hidalgo y fervoroso apreton de manos, y mi mujer y yo quedamos solos.
Pero con todo eso, el Pereda de mi más íntima predilección y fervoroso cariño será siempre el Pereda que veranea en Polanco, y que en invierno habita en el muelle de Santander, un poco antes de llegar a la capitanía del puerto, en el teatro mismo de las hazañas de Cafetera y de la lúgubre partida de El Tuerto, para morir en la fiera rompiente de las Quebrantas.
Lo que yo condeno es el delirio. Concedería que Clara tomase el velo aun cuando no le tomase después de pensarlo reflexivamente; aun cuando lo tomase por un rapto fervoroso de devoción; pero lo que no concedo, lo que no consiento es que le tome en un arrebato de desesperación. Sería un suicidio abominable y sacrilego.
De aquí que se dijesen toda clase de requiebros y finezas, que literalmente podrían tomarse por efecto de amistad tiernísima, pero que ocultaban el fervoroso espíritu de verdadero amor. Don Fadrique, á más de sus años, creía tener otro inconveniente, que en su delicadeza no le permitía aspirar á ser amado de Lucía.
Así conoció doña Luz que el P. Enrique, a más de ser valiente hasta el heroísmo, y entusiasta y fervoroso en todos sus actos y misiones apostólicas, era sujeto de claro ingenio y de singular discreción y prudencia.
Vivía con su papá, que tenía no poco de respetable, que se ganaba la vida componiendo relojes, y que era fervoroso cristiano, aunque protestante, leyendo mucho la Biblia en sus horas de asueto. Ni se le podía acusar de excitación, connivencia o tolerancia en las transgresiones de su hija.
Palabra del Dia
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