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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Con todo esto y lo que ya se ha dicho en el capítulo precedente sobre oreos y desinfecciones, que continuaban en la necesaria medida, la casa de la marquesa, sin dejar ésta de ser la dama de distinguido y ameno trato, no era conocida ya. Aquellos profanados interiores de la Montálvez habían adquirido el honrado aspecto de un hogar de familia.
Y el buen mozo tomó para su viaje los fondos de la familia, todos los ahorros de la renta, destinados a pagar deudas apremiantes, y «el quinto» de Julio, y salarios y obligaciones urgentes de la casa.
Pero existe en Cádiz una antigua y opulenta familia comercial que sirvió como ninguna para enredar más la madeja social.
Además, la vista de su familia parecía traerle algo de los esplendores de la fiesta, el perfume de las mujeres, los ecos de la orquesta, el voluptuoso desmayo de las amarteladas parejas, el ambiente del salón, caldeado por mil luces, y el apasionamiento de los diálogos.
ELECTRA. ¡Oh, madre, qué consuelo me das! LA SOMBRA. Te doy la verdad, y con ella fortaleza y esperanza. Acepta, hija mía, como prueba del temple de tu alma, esta reclusión transitoria, y no maldigas a quien te ha traído a ella... Si el amor conyugal y los goces de la familia solicitan tu alma, déjate llevar de esa dulce atracción, y no pretendas aquí una santidad que no alcanzarías.
Susana negó de plano, y el juicio quedó terminado con esta sentencia inapelable de don Bernardino: ¡Ni ahora ni nunca daré mi consentimiento, en el caso desgraciado que a un hijo mío se le ocurriera unir su nombre al de la familia que nos ha ofendido! ¡Nunca, nunca! apoyó el fiscal, o sea misia Gregoria.
La única persona ¡ay! que podía admirar los inventos y los matices de su buen gusto era su marido; y un marido es un ser respetable que merece cierta atención, sobre todo cuando mantiene la casa, pero resulta ridículo que las mujeres se vistan para no ser admiradas mas que por sus esposos. Es como si un poeta hiciese sus versos únicamente para leerlos á los individuos de su familia.
6 Y decidle así: Que vivas y sea paz a ti, y paz a tu familia, y paz a todo cuanto tienes. 7 Hace poco supe que tienes esquiladores. 8 Pregunta a tus criados, que ellos te lo dirán. Hallen, por tanto, estos criados gracia en tus ojos, pues que venimos en buen día; te ruego que des lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David.
Los obreros, al hablar de don Fernando, ensalzaban el interés que mostraba por ellos. Aquel señorito era de los suyos. Sin el menor esfuerzo se llevaba la mano al bolsillo, para auxiliar á algún trabajador que por enfermedades de la familia se veía en trance apurado.
La rectitud de la conciencia de Doña Blanca y sus severos fallos, hallando un leal y decidido ejecutor en D. Fadrique, daban así sus resultados naturales, proporcionando pingüe herencia á aquellos mitológicos angelitos, vástagos lozanos de la familia de Solís.
Palabra del Dia
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