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Actualizado: 24 de junio de 2025
Pues nada; que hablando de negocios, vinimos a parar en las probabilidades del resultado de esa industria que van a montar ustedes con el dinero de las últimas enajenaciones. ¿Una industria? Que vamos a montar... ¿nosotros?... Sí, hombre, la fábrica de productos químicos. ¡Ah!, sí, bien; ¿y qué?
Pero en tan crítica ocasión no se desmintió la solidaridad de la Fábrica.
Se estableció en Lima el hospital del Refugio para mujeres, a expensas de Avilés y de su esposa la limeña doña Mercedes Risco, y se principió la fábrica del fuerte de Santa Catalina para cuartel de artillería, bajo la dirección del entonces coronel, y más tarde virrey, don Joaquín de la Pezuela. Con grandes fiestas se celebró la llegada del flúido vacuno.
Pero ni el vendedor de cepillos que vivía en la calle de los Zapatos desde hacía diez años, cuando la fábrica ya había sido construida, ni ninguna otra persona a quien Silas tuvo ocasión de dirigirse, pudieron darle el menor dato sobre sus antiguos amigos del Patio de la Linterna, o sobre el señor Paston, el pastor.
El humo y los silbidos de la fábrica le hacían dirigir miradas recelosas al Campo del Sol; allí vivían los rebeldes; los trabajadores sucios, negros por el carbón y el hierro amasados con sudor; los que escuchaban con la boca abierta a los energúmenos que les predicaban igualdad, federación, reparto, mil absurdos, y a él no querían oírle cuando les hablaba de premios celestiales, de reparaciones de ultra-tumba.
Te complaces, se creería, en ser exclusivamente el hombre de la fábrica, cuando no debías olvidar que, educado con nosotros, casi lo mismo que nosotros, tienes el deber de transformarte en ciertas horas en hombre de mundo. Pero... ¡No me interrumpas! Es así como quiero que te reveles a mi hermana.
La historia y descripcion de la fábrica nacional de porcelana establecida en este punto, haria necesario un tratado completo sobre la materia, tarea que no cabe en el plan que me propuse al escribir estos estudios.
Entre el pueblo bajo corría la historia de las aras, de la ruina de don Santos, de los millones del Magistral depositados en el Banco; con tal motivo algunos obreros de la Fábrica vieja hablaban de ahorcar al clero en masa. A esto lo llamaban cortar por lo sano.
En la pared que cierra esta capilla por el lado de mediodia se ve al esterior un arco árabe con inscripcion al rededor y muy delicadas labores, ya casi borradas con las repetidas enjalbegaduras á que son por desgracia tan aficionados los andaluces de nuestros tiempos. Creemos este arco resto de la primitiva fábrica de la capilla. Capilla de S. Antonio Abad.
Y de un extremo a otro de los talleres, entre el calor creciente y la broma y bullicio que aumentaban, corría una oleada de regocijo, de franca risa, de diversión natural, de juego libre y sano; una afirmación enérgica de la femenidad de la Fábrica.
Palabra del Dia
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