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Actualizado: 2 de junio de 2025


Entró alegremente, me besó en la oscuridad del vestíbulo y me siguió tarareando hasta el salón donde se quedó admirada viendo á la luz del crepúsculo mi extremada palidez, mi desorden y mi angustia. ¿Qué tienes? me preguntó inquieta. La miré y la vi en traje de viaje con sombrero redondo y un saco de cuero. La certidumbre de que Sorege había dicho la verdad se imponía á fulminante.

Y todo porque un bribón desconocido ha cometido un crimen y con extremada habilidad ha sabido atribuírselo á ese infeliz, quien por su parte no parece sino que lo había preparado todo de antemano, á fuerza de desorden, de imprudencia y de locura, para que se le supusiese culpable y para que le fuese imposible probar que no lo era. Marenval empezaba á estar inquieto.

Cuando soplaban el mistral o la tramontana con extremada violencia, situábame entre dos peñascos al borde del agua, en medio de las goletas, de los mirlos, de las golondrinas, y allí permanecía todo el día, en esa especie de estupor y delicioso anonadamiento que la contemplación del mar produce. ¿Verdad que conocen ustedes esa grata embriaguez del alma? No se piensa, ni se sueña.

Junto al fuego y sentada en un sillón de baqueta de altísimo respaldo, hallábase una dama cuya edad no pasaría de los treinta y cinco, y cuyos ojos, cejas y cabellos negrísimos contrastaban con la extremada blancura de la tez. Pero más que su hermosura llamaban en ella la atención su aire majestuoso y digno y la expresión grave y pensativa del semblante.

La enfermedad mas frecuente es la que llaman los portugueses del bicho: y de la cual mueren muchos, porque no saben curarla. La enfermedad consiste en una extremada laxitud del orificio con disenteria, y algo de calentura.

Sola no pudo menos de reír un poco, y dijo: No tenía usted más que hacerle daño para ser mi mayor enemigo. Pues ... que lo tomaba yo con poco tesón.... Ahora comprendo que era muy extremada y que yo misma me recalentaba la imaginación noche y día, como cuando se echa leña en un fuego que se teme ver apagado. Como no había nadie a quien yo pudiera contar tales cosas, me las contaba a misma.

En tocando á este punto le daban arrebatos de santa cólera, y entonces no se la podía aguantar. Pero de repente la insoportable beata se volvió del revés; el fondo de su carácter era una volubilidad extremada. Acompañábala algún militar joven ó algún abate verde.

Este hombre frío, de pálida sonrisa y una corrección extremada hasta en los actos más insignificantes, no le inspiró antipatía como padrastro, ni simpatía como amigo. Fué un hombre poco molesto y algo borroso que se acostumbró á encontrar todos los días ocupando el antiguo lugar de su padre, y que le hubiese sorprendido no ver de pronto.

Aun para los que desconocían los escabrosos detalles de estas relaciones públicas del marqués con la tierna recién casada, la circunstancia precisamente de la extremada juventud de su cómplice, le daba un aire de criminal corrupción de menores que causaba universal repugnancia.

Muy incrédulo sería preciso ser para negar que estamos en el siglo de las luces y de la más extremada civilización: el hombre ha dado ya con la verdad, y la razón más severa preside a todas las acciones y costumbres de la generación del año 1835.

Palabra del Dia

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