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Actualizado: 1 de junio de 2025
Sería, pues, una insolencia exigir de la revolución que renovara el milagro de pan y peces, o que convirtiera las piedras en hogazas. ¿Qué ha de hacer la revolución sino lo que siempre se ha hecho? Esto me retrae a la memoria el modo de saludar que suelen tener en algunos lugares de Andalucía, y que no puede ser ni más castizo ni más propio.
A pesar de los pesares, el tiempo corre que vuela. Ahora hay una aquí, en Pilares. Cierto; pero es de zarzuela. Novillo ya replicaba en verso. Apolonio respondió que a él no le importaba. La cuestión era que le estrenasen el drama. El señor Novillo, como presidente de la Junta de abonados, lo podía exigir. Novillo prometió que lo exigiría.
Podían exigir el sacrificio de su vida, ¡pero ordenarles que marchasen día y noche, siempre huyendo del enemigo, cuando no se consideraban derrotados, cuando sentían gruñir en su interior la cólera feroz, madre del heroísmo!... Las miradas de desesperación buscaban al oficial inmediato, á los jefes, al mismo coronel. ¡No podían más!
Tal vez los mismos que al principio lo repugnaban, acabarian por reconocer que lo que ahora se les pedia en tono amistoso, mañana otro se lo podia exigir en son de amenaza, y que lo que ahora rehusaban entregar con ventaja, tal vez se lo quitarian mañana violentamente con gran profanacion y daño. ¿Qué podian prometerse de la resistencia?
Mas al fin, también fueron perdiendo mucho en su atractivo: la esposa del empleado se empeñaba en abusar de su poder y en exigir mayores sacrificios, al mismo tiempo que el amor se iba gastando en el pecho del evaporado joven. Esto produjo tirantez entre ellos, algunas reyertas y no pocas desazones.
La situación es angustiosa, insostenible, desesperada. ¡Oh! Hay que exigir la responsabilidad á quien corresponda apartando de la gestión de los negocios públicos á los hombres funestos....» No pudo seguir, porque su amigo, que se había asomado al balcón mientras él escribía, le llamaba con grandes voces. ¡Ven, ven... eccola!
En Gonzalo de Córdoba y en Hernán Cortés, por ejemplo, hay un no sé qué de sobrenatural que nos pasma y con lo que sería delirio contar para todas las ocasiones. En la ocasión presente y desistiendo de exigir como obligación ó como deber las inspiraciones ó los milagros del genio, nuestros generales, antes Martínez Campos y ahora Weyler, merecen aprobación y aun aplauso.
El objeto de sus preocupaciones era un joven, casi de su edad, el ingeniero Taboada, que se había educado en los Estados Unidos y tenía la pretensión de exigir que se implantase de golpe en Méjico todo el sistema democrático, con su respeto á la ley y á las opiniones ajenas, que había conocido en la vecina República.
No hay maldad en las cosas tuyas y en ella sí. Tampoco en Adriana. Una engaña como la pueden engañar a una. Las palabras de amor se aceptan sin calcular, sin exigir demasiado ni reclamar apasionamientos, y sin saber, muchas veces, si a una la quieren o si una quiere. Hay un claroscuro del sentimiento que tú no conoces, y donde pueden ocultarse el júbilo y las lágrimas.
De ésto resulta, que la producción filipina sitúa en Europa cantidades suficientes para responder con exceso á cuantas garantías pudieran exigir de un país floreciente las naciones que con él sostengan relaciones mercantiles.
Palabra del Dia
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