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Actualizado: 29 de mayo de 2025
María Teresa se excusó y salió precipitadamente. Algunos minutos después, la puerta del salón se abría, para dar paso al señor Aubry, sostenido por sus dos hijos. Estaba muy pálido; se dejó caer pesadamente sobre un sofá; luego, a Martholl le dijo: Discúlpeme de presentarme en esta triste figura... me he desvanecido en la fábrica y han tenido que traerme en coche como un bulto.
Venía a decirle que su ama quería hablar con él y que le rogaba que fuese a su casa a la hora de la siesta. Tan preocupado estaba don Andrés que, por más que el menor deseo de doña Inés fuese para él soberano mandato, se excusó de ir por la multitud de quehaceres que le agobiaban y sólo prometió ir a la tertulia por la noche.
A pesar de que Ojeda, en vista del aspecto de su compañero, estaba preparado para las peticiones más absurdas, no pudo reprimir su sorpresa... ¿Pistolas de desafío?... ¿Es que «por casualidad» viajaban las gentes con una caja de ellas en el equipaje?... Maltrana se excusó.
Y Ariosto, con la leyenda El Perro precioso, inserta en el Orlando, le disculpa mucho más. Yo no le disculpo, pero le excuso, aunque no sea más que por el desinteresado amor y la admiración sincera que infunde el hombre rico, como no sea una bestia, aun en las almas más escogidas y nobles.
Ballester era tan delicado, que de sólo oír tal proposición, le salieron los colores a la cara, y se excusó con expresiones de gratitud. Poco después de anochecer se retiró dando las órdenes más rigurosas a los hermanos Izquierdo con respecto a visitas. Si algún Rubín, fuese quien fuese, se presentaba, no abrir.
El rudo Tòni experimentó el mismo deslumbramiento que había perturbado á todos los del buque. ¡Qué mujer!... En el primer instante excusó y comprendió la conducta de su capitán. Luego, sus ojos quedaron fijos en ella con una expresión de alarma, como si su presencia le hiciese temblar por la suerte del vapor.
Porque así hay menos probabilidades de engañarse, pobre amiga mía... Además, según es el hombre se deben juzgar sus actos. ¿No quiere usted al señor de Candore? ¿Raúl? Es un buen muchacho; tiene ingenio... y un poco de corazón, no mucho... ¡Oh! Incapaz de dejarse entusiasmar más de lo que dan de sí las riendas... Y su madre es un buen cochero. Le calumnia usted. No, amiga mía, le excuso.
Usted lo ha de ver, Martínez prosiguió Villamelón ; el jueves próximo haré servir los dos pasteles sin decir lo que contienen, y veremos por cuál se declaran las opiniones. ¿Me entiende usted, Martínez?... Excuso decirle que cuento con su voto.
La lengua se le desató aunque no de buen modo. Se excusó balbuciendo de no haber tomado él la iniciativa en este asunto. Su suegro llevaba mucha razón en lo que decía.
Recibiole muy bien e hizo grande instancia en que los días que allí estuviese había de ser en su palacio y comer con él: él se excusó modestamente con que no comía a las horas ordinarias, más con todo esto, si su ilustrísima era sentido, obedecería y mudaría de costumbre.
Palabra del Dia
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